Por este motivo, dado que se impide salir de casa de noche, se han privilegiado las celebraciones durante la mañana o a la luz del día.
Algunas familias no han acudido a las iglesias por miedo, pues los atentados golpean a todos, sin distinción.
El obispo auxiliar caldeo de Bagdad, monseñor Shlemon Warduni, en declaraciones a «Radio Vaticano», ha confesado: «Pedimos al Señor resucitado que nos dé verdaderamente esa paz y esa seguridad que dio a los discípulos cuando no sabían qué hacer».
«Muchas veces nosotros tampoco sabemos qué hacer, pero nos dirigimos Él, en la cruz, y nos da aliento –añade el prelado–. Estamos seguros de que resucitaremos con Él, y nos ha dado la fuerza para vivir estas fiestas en unión con todos vosotros, con los cristianos de todo el mundo».
«Sin esta esperanza nosotros ya estaríamos acabados».