CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 23 marzo 2005 (ZENIT.org).- La Santa Sede, que promueve una mayor democracia en el proceso de decisión de las Naciones Unidas, ha acogido favorablemente la propuesta presentada este martes por el secretario general.

Kofi Annan, presentó este martes a la Asamblea General una ambiciosa propuesta de reforma del organismo en la que se pide la constitución de un Consejo de Derechos Humanos y amplía el número de países con asiento permanente en el Consejo de Seguridad, dejando la puerta abierta a Estados como Alemania, Italia o Japón.

Annan dijo que espera que los cambios que pretende introducir sirvan para dotar a la organización de medios más adecuados y eficaces para cumplir su misión , y para recuperar la credibilidad perdida por la falta de eficacia de sus decisiones y los escándalos y abusos en operaciones que debían ser de pacificación o humanitarias.

El observador permanente de la Santa Sede ante la sede de la ONU en Nueva York, el arzobispo Celestino Migliore, propone que este proceso dé lugar a un mayor peso político a la Asamblea General, una mayor democracia en el proceso de decisiones, reglas precisas para el recurso a la fuerza y un replanteamiento de la estrategia de solidaridad para afrontar la pobreza en el mundo, según ha revelado «Radio Vaticano» este miércoles.

El representante del Papa ante la ONU considera que las propuestas de Annan son «muy realistas». «El debate está avanzando. La Santa Sede, por su parte, es muy favorable al hecho de que se dé una reforma según criterios adecuados, precisamente para dar mayor democracia y representatividad a esta organización».

El secretario de la ONU ha propuesto también un cambio en las reglas para recurrir al uso de la fuerza bajo la égida de la ONU.

Monseñor Migliore considera: «Las propuestas del secretario general quieren reflejar esta convicción emergente de la responsabilidad internacional, colectiva, de proteger a las poblaciones, una responsabilidad internacional, colectiva, de proteger a las poblaciones».

«Esta responsabilidad debe ser ejercida por el Consejo de Seguridad, quien puede autorizar intervenciones militares como último recurso, en caso de genocidios o de otras graves violaciones del derecho humanitario, cuando los Estados no quieren o no pueden afrontarlas».

Según el prelado «la gran pregunta» que plantea la propuesta si se logrará «dar una mayor fuerza ejecutiva a las resoluciones de las Naciones Unidas».

«¿Se encontrará una fórmula para hacer que todas las resoluciones se respeten?», se pregunta. Y responde: «Sólo de este modo se puede entrever la eficacia de la ONU».

«Esta reforma está orientada a hacer una ONU más eficiente en los métodos de trabajo, más rápida en las respuestas a las emergencias de la paz y del desarrollo y también más autorizada», reconoce.

«Pero la auténtica cuestión de la aplicación de las resoluciones seguirá estando ligada a la voluntad política y a la cooperación de los diferentes Estados», concluye.