Los patronos «favoritos» de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia

La gran celebración de la fe cristiana a la que acudirá en agosto Benedicto XVI

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CIUDAD DEL VATICANO/COLONIA, martes, 10 mayo 2005 (ZENIT.org).- Una invitación especial a conocer a San Alberto Magno y a Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) –quienes «buscaron la verdad apasionadamente»– lanzó el año pasado Juan Pablo II a los cientos de miles de peregrinos que se pondrán en camino a Colonia en agosto para vivir la XX Jornada Mundial de la Juventud.

«Hemos venido a adorarle» (Mt 2,2), el lema de la JMJ 2005, «es un tema que permite a los jóvenes de cada continente recorrer idealmente el itinerario de los Reyes Magos, cuyas reliquias se veneran según una pía tradición precisamente» en Colonia «y encontrar, como ellos, al Mesías de todas las naciones», reconoció el difunto Papa en su mensaje a los jóvenes en preparación de la JMJ (Cf. Zenit, 26 agosto 2004).

Exhortándoles a «recurrir a menudo» a la intercesión de los santos, el entonces pontífice anunció a los jóvenes que en Colonia aprenderían «a conocer mejor a algunos de ellos, como a san Bonifacio, el apóstol de Alemania, a los Santos de Colonia, en particular a Úrsula, Alberto Magno, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y al beato Adolfo Kolping».

«Entre éstos –se detuvo Juan Pablo II– quisiera citar en modo particular a san Alberto y a santa Teresa Benedicta de la Cruz que, con la misma actitud interior de los Reyes Magos, buscaron la verdad apasionadamente» y «no dudaron en poner sus capacidades intelectuales al servicio de la fe, testimoniando así que la fe y la razón están ligadas y se atraen recíprocamente».

Originario de Lauingen (Suecia), donde nació hacia el año 1200, San Alberto Magno pertenecía a la Orden de Santo Domingo. Profesor de teología, en 1248, año de la colocación de la primera piedra de la catedral de Colonia, fundó el estudio académico general de los Dominicos en esta ciudad, donde Santo Tomás de Aquino fue uno de sus alumnos.

Por su extensa obra filosófica, teológica y de ciencias naturales, que por primera vez incluían experimentos prácticos, mereció el título de «doctor universalis». Hábil mediador para la paz, a él se debe, entre otras cosas, «Grosse Schied», la carta constitucional de la ciudad de Colonia, recuerdan los organizadores de la JMJ en una nota biográfica. Fue obispo de Ratisbona y predicador en las Cruzadas. Falleció en Colonia en 1280.

Judía, filósofa, carmelita y mártir –Edith Stein –Teresa Benedicta de la Cruz nació en Breslau (Alemania) en 1891 en el seno de una familia judía ortodoxa, pero ella perdió su fe en los años de la juventud. Fue la primera mujer en doctorarse en Filosofía en su país. Graves crisis en su vida la llevaron a emprender una intensa búsqueda de la verdad que culminó leyendo a Santa Teresa de Ávila.

Se convirtió al catolicismo. Trabajó con éxito como profesora universitaria. Ingresó en la Orden Carmelita en Colonia en 1933, donde recibió el nombre religioso de Teresa Benedicta de la Cruz. Tras sufrir la persecución nazi contra el pueblo judío, fue asesinada en la cámara de gas del campo de concentración de Auschwitz en 1942.

En torno al año 672 nació el «apóstol de los alemanes» –San Bonifacio– en Inglaterra. Fue llamado Winfredo y educado en los monasterios de Exeter y Nursling. En el año 716 emprendió viaje misional a Frisia y tres años después recibió el mandato de misionero del Papa Gregorio III con el nombre de Bonifacio. En el 722 recibió la consagración episcopal.

Designado legado pontificio para Alemania, allí donde misionaba Bonifacio erigía monasterios benedictinos como centros de su labor. En uno de ellos, el monasterio de Fulda, fue sepultado.

San Bonifacio fundó varias diócesis en las regiones de Baviera, Hesse y Turingia, y reformó la Iglesia de Franconia. El 5 de junio del año 754 murió martirizado por los frisios.

Por otro lado, según la tradición, Úrsula, hija del rey de Inglaterra, emprendió una peregrinación a Roma junto con sus compañeras («11.000», dice una errónea lectura) para convencer a su prometido pagano Aetherius de que se bautizara. No lejos de Colonia las peregrinas murieron martirizadas a manos de los hunos, que en aquel tiempo sitiaban la ciudad.

Y prosigue la tradición con que entonces 11.000 ángeles del cielo expulsaron a los hunos de la ciudad. Otra versión dice que el rey de los hunos desistió del sitio de Colonia cuando Úrsula se le apareció en sueños. La base histórica de esta leyenda es la llamada inscripción de Clematius (alrededor del año 400 d.C.) que habla del martirio de las vírgenes.

Hasta hoy, las once llamas en el escudo de Colonia dan testimonio de la importancia de Santa Úrsula como patrona de la ciudad. Sus reliquias se veneran en la basílica que lleva su nombre.

Por su parte, el beato Adolph Kolping es considerado uno de los precursores de la doctrina social católica y una figura modelo para la Iglesia actual. Hijo de un pastor, Adolph nació en 1813. De escasos recursos, recorría a pié el país como joven artesano zapatero, conociendo las penurias sociales de su categoría profesional.

Tras concluir sus estudios teológicos, fue ordenado sacerdote en 1845. Para intentar mejorar la cuestión social del XIX, fundó varias asociaciones católicas de oficiales artesanos. Luchó incansablemente por una visión cristiana del ser humano para alentar sobre todo a los jóvenes a buscar nuevas perspectivas en sus vidas.

Los fundamentos de un nuevo orden social a la luz de la fe cristiana, son, para Adolph Kolping, la fidelidad a la Iglesia, el arraigo del individuo en la familia, la cualificación en el trabajo profesional y la solidaridad. Murió en Colonia en 1865. En 1991 el «padre de los oficiales artesanos» fue beatificado por Juan Pablo II.

Los Tres Reyes Magos, cuyo itinerario y vivencia de propone Juan Pablo II a los jóvenes, eran tres sabios, astrólogos, magos…–explican los organizadores de la JMJ– que dejaron sus ciudades en busca del Rey cuyo nacimiento les había sido indicado por una estrella nueva que apareció en el cielo. Así llegaron hasta Belén, donde encontraron a la Virgen María y al Niño.

En los siglos VII y VIII se les conocía con los nombres de Bithisarea, Melchor y Gathaspa. Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar se remontan al historiador inglés y doctor de la Iglesia Beda el Venerable (muerto en el año 735). Ya en el siglo II d.C. se hablaba de los «Reyes Magos».

Los restos mortales de los tres adoradores del Niño Dios fueron recibidos en la ciudad del Rin el año 1164. Por ello Colonia es un gran centro de peregrinación.

Más información e inscripciones a la XX Jornada Mundial de la Juventud en www.wjt2005.de .

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ZENIT Staff

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