CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 13 mayo 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI mantuvo este viernes un espontáneo diálogo con los sacerdotes de su diócesis, compartiendo con ellos algunas de sus más profundas pasiones y preocupaciones: el anuncio de Cristo y el drama que vive África.
Después de haberles dirigido un discurso y haber anunciado la dispensa de los cinco años de espera para el inicio de la causa de beatificación de Juan Pablo II, en la basílica de San Juan de Letrán, veinte párrocos y sacerdotes de Roma tomaron la palabra.
En sus preguntas o reflexiones, los presbíteros plantearon temas muy variados, desde la necesidad de recalcar que Cristo es el centro de la vida eclesial y parroquial, hasta la situación de los divorciados y el compromiso ecuménico y misionero.
Al responder sobre el compromiso misionero, el pontífice, improvisando, subrayó la situación que en estos momentos está viviendo África.
«África es un continente de grandísimas posibilidades, de una grandísima generosidad por parte de su gente, con una fe viva e impresionante, pero tenemos que confesar que Europa ha exportado, por desgracia, no sólo la fe en Cristo, sino también vicios», afirmó el Papa, cuyas palabras fueron transmitidas por «Radio Vaticano».
«Ha exportado el sentido de la corrupción, ha exportado la violencia, que ahora está devastando a África –añadió–. Se da el comercio de armas. Se da el abuso de los tesoros de esta tierra. Los cristianos tenemos que hacer todo lo posible para que llegue con la fe la fuerza para resistir ante estos vicios».
A continuación, el Santo Padre reafirmó entre aplausos la necesidad del anuncio de Cristo.
«Si hemos encontrado al Señor, si para mí el Señor es la luz y la alegría de la vida, si es así, entonces estamos seguros de que a quien no ha encontrado a Cristo le falta algo esencial. Tenemos el deber de ofrecerle esta realidad esencial», afirmó.
«Después dejemos a la guía del Espíritu Santo y a la libertad de cada uno lo que suceda. Pero, si estamos convencidos de que hemos hecho la experiencia de que sin Cristo la vida es incompleta, que le falta una realidad, la realidad fundamental, entonces también estaremos convencidos de que no estamos haciendo nada mal a nadie si le mostramos a Cristo y si le ofrecemos la posibilidad de encontrar la alegría de haber encontrado la vida», concluyó.
Un sacerdote africano, tras haber manifestado su afecto al Papa, se le acercó para besarle y abrazarle, provocando risas en el cardenal Camillo Ruini, obispo vicario para la diócesis de Roma.