El mayor consuelo, el amor de Dios por los necesitados; asegura el Papa

Se explica así la encarnación de Cristo

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 18 mayo 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI consideró en la audiencia general de este miércoles que el motivo de mayor consuelo para el ser humano es la constatación del amor que Dios tiene a los más necesitados.

«Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre», aseguró al comentar el Salmo 112, himno de alabanza al Señor.

Su meditación se basó en los textos que había preparado Juan Pablo II para comentar en esta cita semanal con los peregrinos los salmos y cánticos de la Liturgia de las Vísperas, oración de la Iglesia al anochecer. Karol Wojtyla hubiera cumplido 85 años en ese día y el Papa Joseph Ratzinger lo recordó al comenzar.

Comentando el pasaje bíblico, caracterizado por su «sencillez y belleza», destacó que «nos conduce al misterio divino», presentando por un lado la «trascendencia del Señor» y por otro su cercanía.

«Sus ojos no son altaneros o distantes, como los de un frío emperador», recordó. «El Señor se abaja con solicitud hacia nuestra pequeñez e indigencia, que nos llevaría a retraernos con temor».

El Señor, dijo dirigiéndose a más de 25.000 peregrinos que desafiaron la lluvia en la plaza de San Pedro del Vaticano, «señala directamente con su mirada amorosa y con su compromiso eficaz a los últimos y miserables del mundo».

«Dios se inclina ante los necesitados y los que sufren para consolarles –siguió explicando–. Y esta expresión encuentra su significado último, su máximo realismo en el momento en el que Dios se inclina hasta el punto de encarnarse, de hacerse como uno de nosotros, como uno de los pobres del mundo».

Este es el misterio de Cristo, Dios hecho hombre, que «al pobre le confiere el honor más grande», recalcó.

En los versículos del Salmo 112, dijo por último Benedicto XVI, se puede intuir una «prefiguración de las palabras de María en el «Magnificat», el cántico de las decisiones de Dios que «ha puesto los ojos en la humildad de su esclava»».

«Con más radicalidad que nuestro Salmo –concluyó–, María proclama que Dios «derriba a los potentados de sus tronos y exalta a los humildes»».

Es posible leer los comentarios de Benedicto XVI y de Juan Pablo II a los cánticos y salmos de la Liturgia de las Horas en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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