¿Se debe obedecer una ley injusta?

«No», responde Javier Barraca Mairal, profesor de Ética

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MADRID, martes, 24 mayo 2005 (ZENIT.org).- ¿Se debe obedecer a una ley injusta? Javier Barraca Mairal, profesor de Ética en varias universidades de Madrid responde con claridad: «no».

«Si la ley resulta gravemente injusta no sólo no debe obedecerse sino que ni siquiera merece propiamente el nombre de ley, tal como enseñó Santo Tomás de Aquino», aclara.

La cuestión se ha planteado en varios países recientemente, particularmente en España, ante la propuesta de proyectos legislativos como el del «matrimonio» homosexual.

El cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, ha invitado por este motivo a los católicos a la «objeción de conciencia» ante leyes que son injustas.

Javier Barraca afronta éste y otros temas en su libro recién publicado «Pensar el Derecho: Curso de Filosofía Jurídica» (Ediciones Palabra)

En la obra, barraca reivindica el Iusnaturalismo «porque, a pesar de la feroz crítica que se le hace con frecuencia, en él están las raíces más profundas del Derecho».

Según el profesor, «uno de los fines del Derecho es la convivencia. Sin embargo, ésta no es el único propósito del Derecho. De hecho, la convivencia sólo se alcanza adecuadamente a través de la justicia, que es también fin de lo jurídico. Ya lo mostró San Agustín en su obra «La ciudad de Dios», en la que señala que sin justicia no es posible la armonía en la convivencia humana. Otros fines del Derecho, se hallan en la paz, el orden, la libertad…».

Barraca constata que libertad y Derecho no se oponen «en modo alguno. La contraposición entre la libertad y el Derecho o el orden es un estereotipo de nuestro tiempo, y, por cierto, muy contagioso».

«Ley, norma y orden, rectamente entendidos, no cercenan la libertad sino que la hacen posible. Cicerón dijo que «todos somos siervos de las leyes, para poder ser libres». En mi caso, tuve la fortuna de profundizar en este tema de la mano de mi maestro, el pensador contemporáneo Alfonso López Quintás, quien sostiene que ley-norma no constituye un dilema inconciliable sino un contraste, en el que ambos extremos se implican mutuamente».

Para el profesor, en este sentido, «Juan Pablo II ha sido una figura señera de los Derechos Humanos, su auténtico paladín, en todo el mundo; y no sólo un teórico de los mismos, como tantos otros, sino su más grande defensor también en la práctica».

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ZENIT Staff

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