El cardenal Kasper propone a los ortodoxos un Sínodo de reconciliación

Y junto a los hijos de la Reforma, una alianza para defender las raíces cristianas

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BARI, jueves, 26 mayo 2005 (ZENIT.org).- El representante vaticano para el ecumenismo ha propuesto a los ortodoxos un sínodo de reconciliación y, junto a los hijos de la Reforma protestante, una alianza a favor del redescubrimiento de las raíces cristianas.

El cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos hizo estas propuestas el miércoles al intervenir en el Congreso Eucarístico Nacional Italiano.

En el acto participaron junto a él el arzobispo del Patriarcado de Moscú, Kirill de Jaroslavl y Rostov, y el reverendo Eero Huovinen, obispo luterano de Helsinki.

Al comenzar su intervención, el cardenal alemán recordó que en Bari –«ciudad puente entre Occidente y Oriente, lugar de la tumba de san Nicolás, el santo de la caridad reconciliadora, venerado tanto en Oriente como en Occidente»– tuvo lugar en 1098 un sínodo de obispos griegos y latinos».

«¿Por qué no esperar que aquí, en Bari, mil años después del sínodo de 1098, en 2098 (¿y por qué no antes?), podamos celebrar de nuevo un sínodo de obispos griegos y latinos, un sínodo de reconciliación?», preguntó.

El nuevo pontificado de Benedicto XVI, aseguró, «nos ha dado la esperanza de que estas expectativas no son utopías».

«Esperamos de corazón, y yo estoy profundamente convencido, que después de los grandes esfuerzos y de los importantes pasos de Juan Pablo II, el nuevo Papa Benedicto XVI allane y abra el camino para una perspectiva así», añadió.

Kasper reconoció que ortodoxos y católicos «somos los herederos de la cultura europea común y tenemos los mismos valores éticos, que son fundamentales para el bien de nuestras sociedades y para sus hombres».

«Pero esos valores están seriamente amenazados tanto por el secularismo en Europa occidental como por las profundas laceraciones que han provocado en Europa oriental cuarenta o setenta años de propaganda y de educación atea», aclaró.

«¿Qué puede haber de más obvio y urgente que como próximo paso en el largo camino hacia la plena comunión formemos una alianza a favor del redescubrimiento de las raíces cristianas de Europa?», se preguntó.

«Una alianza –indicó– para ayudarnos mutuamente a favor de los valores comunes y de una cultura de la vida, de la dignidad de la persona, de la solidaridad y de la justicia social, por la paz y por la salvaguarda de la creación».

El cardenal también presentó esta «alianza» a los «hermanos protestantes», que afrontan este mismo desafío.

El purpurado afrontó también la cuestión del ministerio petrino (del obispo de Roma), que constituye una de las dificultades para el avance hacia la unidad plena.

En este sentido, se hizo eco de la propuesta de Juan Pablo II, lanzada el 25 de mayo de 1995 con la encíclica «Ut unum sint» (número 95) «de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva».

«¿Qué impide comenzar ya hoy, aquí en Bari, a discutir sobre esta propuesta?», preguntó a los presentes el cardenal. «¿Por qué no reflexionar juntos sobre una ósmosis entre el principio de sinodalidad y el de colegialidad y el principio petrino, que precisamente en las semanas pasadas ha mostrado su fuerza espiritual?».

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ZENIT Staff

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