El Papa pide promover la paz en Burundi con el Evangelio

Recuerda el asesinato del nuncio apostólico, monseñor Michael A. Courtney

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 30 mayo 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido curar con la reconciliación que promueve el Evangelio las heridas provocadas por la violencia en Burundi, país aquejado por los recientes conflictos étnicos y políticos.

Escucharon este sábado la propuesta los obispos del país que concluían su quinquenal visita «ad limina apostolorum», en la que junto al Papa y sus colaboradores han hecho un balance de los desafíos de la Iglesia católica en la nación africana.

Ante todo, el obispo de Roma recordó al arzobispo irlandés Michael A. Courtney, nuncio apostólico en Bujumbura, quien fue asesinado el 29 de diciembre de 2003, a los 58 años, en medio de la labor de promoción de la paz que estaba concluyendo en ese país.

El representante de Juan Pablo II, reconoció, «ha sido fiel hasta dar la vida a la misión que el Santo Padre le había confiado al servicio de vuestro querido país y de la Iglesia local».

Burundi trata de dejar a sus espaldas una guerra civil de doce años, en la que han perdido la vida más de 300.000 personas, en su mayoría civiles.

Para el 19 de agosto se han convocado elecciones que buscan constituir un gobierno con la participación de representantes tanto de la etnia hutu como tutsi, cuyas tensiones han sido fuente de desestabilización.

En este contexto, el 15 de mayo el presidente burundés, Domitien Ndayizeye y el jefe del grupo rebelde Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL), Agathon Rwasa, adoptaron el compromiso de cesar las hostilidades.

El Papa constató, tras leer los informes quinquenales de los obispos, que la Iglesia está comprometida en «la promoción de la paz y de la reconciliación en el país, especialmente en este período de citas electorales».

«Los sufrimientos provocados con motivo de las horas oscuras de la guerra, en la que, hay que volver a decirlo, numerosos cristianos testimoniaron de manera heroica su fe, no han apagado el deseo de trabajar por la fraternidad y la unidad entre todos, siguiendo a Cristo y a su nombre», reconoció.

El Santo Padre deseó, por ello, que el plan de acción que ha asumido la Iglesia contribuya «a anunciar el Evangelio, a curar los recuerdos y los corazones, a favorecer la solidaridad entre todos los burundeses, desterrando el espíritu de venganza y resentimiento e invitando a dejarse llevar por el perdón y la reconciliación».

Benedicto XVI constató que muchos de los católicos de ese país «experimentan la gran pobreza y la desesperación interior y sienten la tentación de volver a las antiguas prácticas no purificadas por el Espíritu del Señor o de volver la mirada a las sectas».

«Prestadles atención, dispensando una sólida formación cristiana, sin descuidar los esfuerzos de inculturación, en particular, en el campo de la traducción de la Biblia y de los textos del Magisterio. Esto permitirá asimilar cada vez mejor el mensaje evangélico, permaneciendo fíeles a todos los valores africanos auténticos», aseguró.

El 62 % de los 6.400.000 habitantes de Burundi es católico. Según algunas estadísticas, el 23% de la población sigue creencias indígenas, mientras que el 10% es musulmán y el 5% protestante.

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ZENIT Staff

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