CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 30 mayo 2005 (ZENIT.org).- Para poder acoger el exigente mensaje del Evangelio, los jóvenes deben sentirse amados por la Iglesia, en particular por los obispos y sacerdotes, considera Benedicto XVI.
A la evangelización de «la esperanza de la Iglesia» dedicó el Santo Padre un pasaje decisivo del discurso que dirigió este lunes a la LIV Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana.
Tras reconocer las expectativas que tiene puestas en la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia, en la que participará el próximo mes de agosto, el Papa reconoció que los jóvenes corren el peligro de sentirse agitados por las olas de cualquier doctrina.
«Tienen necesidad, por tanto, de que se les ayude a crecer y a madurar en la fe: éste es el primer servicio que deben recibir de la Iglesia, y especialmente de nosotros, obispos, y de nuestros sacerdotes», aseguró.
El obispo de Roma constató que «muchos de ellos no son capaces de comprender y acoger inmediatamente toda la enseñanza de la Iglesia, pero precisamente es importante despertar en ellos la intención de creer con la Iglesia, la confianza de que esta Iglesia, animada y guiadas por el Espíritu, es el verdadero sujeto de la fe, y de que entrando en él entramos y participamos en la comunión de la fe».
Para lograr este objetivo, Benedicto XVI explicó que «los jóvenes deben sentirse amados por la Iglesia, amados en concreto por nosotros, obispos y sacerdotes».
«De este modo –subrayó–, podrán experimentar en la Iglesia la amistad y el amor que tiene por ellos el Señor, comprenderán que en Cristo la verdad coincide con el amor y aprenderán a su vez a amar al Señor y a tener confianza en su cuerpo, que es la Iglesia».
Para el Papa este es «el punto central del gran desafío de la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones».