LONDRES, sábado, 21 mayo 2005 (ZENIT.org).- Varias organizaciones, tanto de Estados Unidos como del Reino Unido, han pedido recientemente a sus gobiernos que cambien sus políticas sociales y de impuestos para dar un mayor apoyo a las parejas casadas y a sus familias.

En enero, el Centro de Estudios Políticos, en el Reino Unido, publicaba un folleto titulado: «El Precio de la Paternidad». Su autora, la analista política Jill Kirby, explicaba en la introducción la urgencia de cambios de política, precisando que el Reino Unido pronto será «la capital de los padres solteros del mundo occidental».

Kirby precisaba los detalles de la situación, fruto del apoyo del sistema social que apoya los hogares monoparentales. Una familia con padre y madre, con uno solo de ellos trabajando con ingresos medios, con una hipoteca y dos hijos gana sólo una libra más, por semana y por cabeza, que el hogar monoparental enteramente dependiente del estado. La pareja paga cerca de unas 5.000 libras (9.630 dólares) al año más en impuestos de lo que reciben en beneficios. Sin embargo, si se divorciaran, los dos hogares podrían recibir 7.000 libras (13.000 dólares) más en beneficios de lo que pagan en impuestos.

Según los datos propuestos en el folleto, en los últimos 25 años el número de niños que viven en hogares monoparentales se ha más que doblado, hasta los 3,2 millones. La mitad de todas las madres solas nunca se han casado y cerca de la mitad están desempleadas.

Kirby observaba que, cuando llegó al poder en 1997, el gobierno laborista se propuso reducir la pobreza infantil y la gran diferencia entre ricos y pobres. Parte de ese esfuerzo se ha volcado sustancialmente en el aumento del apoyo financiero del gobierno a los hogares con hijos. Una estimación calcula que en el 2003 el gasto del gobierno en apoyo a los hijos ha aumentado en un 52% desde 1997, después de descontar la inflación, hasta un total de unos 22.000 millones de libras (41.000 millones de dólares).

Kirby precisa que, al mismo tiempo, la proporción de niños que viven en hogares monoparentales, los principales beneficiarios de los pagos sociales, ha continuado aumentando, subiendo desde el 21% de 1996 hasta el actual nivel del 27%.

Un sistema social cuestionado
No debería sorprender, añade Kirby, que los hogares monoparentales necesiten de apoyo social. Sin embargo, se preguntaba si esto es justo para los padres de hogares casados que, como contribuyentes, sostienen estos pagos, mientras al mismo tiempo están bajo la presión financiera de satisfacer las necesidades de sus propias familias.

La pregunta que también surge es si los subsidios están ahora enquistando la pobreza, al animar la dependencia. Para empezar, si una madre soltera se casa con el padre de su hijo, será penalizada a través de la pérdida de los beneficios sociales. Además, para las adolescentes que no quieran entrar en la fuerza de trabajo, la decisión de ser una madre soltera con ingresos puede ser una opción financiera viable.

Y mientas el sistema de seguridad social intenta ayudar a las madres solteras pobres, hace mucho menos por ayudar a las parejas pobres, sostiene Kirby. En primer lugar, continuaba, el gobierno británico, en la práctica no sólo desalienta la formación de familias, sino que también se desentiende de los niños cuyos padres están luchando por mantener con bajos ingresos un hogar intacto.

Al mismo tiempo, se ha deteriorado la situación económica de las parejas casadas de clase media. Las grandes subidas en los precios de la vivienda, que han traído consigo un aumento en los costes de la hipoteca, obligan a las familias a tener que trabajar ambos padres. Esta situación lleva a que se retrase el matrimonio, y también la paternidad.

Promoción del matrimonio
En Estados Unidos, Robert Rector, investigador jefe en la Heritage Foundation, testificó el 10 de febrero ante el Congreso a favor de reformas sociales que promuevan el matrimonio.

En una presentación ante los miembros del subcomité sobre Recursos Humanos del Comité de Modos y Medios de la Cámara de Representantes estadounidense, Rector observaba que la erosión del matrimonio en las últimas décadas «está detrás de muchos de los problemas sociales contra los que actualmente lucha el gobierno».

Por ejemplo, casi el 80% de la pobreza permanente infantil tiene lugar en familias rotas o nunca casadas. Y cada año el gobierno se gasta cerca de 200.000 millones de dólares en ayudas a las familias con hijos; tres cuartas partes de dicha cantidad se gastan en hogares monoparentales.

Hoy, cerca de un tercio de todos los niños americanos nacen fuera del matrimonio, hacía notar Rector. Cuando se toman en consideración los efectos del divorcio, más de la mitad de los niños de Estados Unidos pasan toda o parte de su infancia en familias rotas o que nunca se formaron.

Es más probable que los niños que han crecido sin la presencia de un padre sufran una serie de problemas emocionales y de comportamiento. «Los efectos beneficiosos del matrimonio sobre los individuos y la sociedad están más allá de toda disputa razonable, y hay un consenso amplio y creciente en que la política del gobierno debería promover en vez de desalentar los matrimonios sanos», afirmaba Rector.

El representante de la Heritage Foundation defendía un programa piloto propuesto por el presidente George W. Bush para promover los matrimonios estables. Si se aprobara la financiación inicial de esta iniciativa, alcanzaría los 300 millones de dólares al año.

Rector observaba que algunos están en contra de la propuesta, basándose en que el gobierno no debería interferir en las decisiones privadas que tienen que ver con el matrimonio. Pero, apuntaba, el sistema de seguridad social ya «interviene» – en contra del matrimonio – al proporcionar sustanciales cargas económicas cuando las parejas de bajos ingresos se casan.

Explicó que el sistema social está actualmente compuesto por más de 70 programas de ayuda aprobados que proporcionan dinero, alimento, hogar, cuidados sanitarios y servicios sociales a personas de bajos ingresos. En un programa de este tipo, los beneficios se reducen cuando suben los ingresos no provenientes de la ayuda social. Como consecuencia una madre recibirá mayores beneficios si permanece soltera que si se casa con un marido que trabaje.

Eliminar este tamiz antimatrimonio sería muy costoso, por lo que el programa piloto tiene como objetivo robustecer los matrimonios por medio de programas enfocados a la educación y a la preparación en habilidades que puedan ayudar a las parejas casadas en sus relaciones. También formaría parte del proyecto una reducción selectiva de algunas de las cargas económicas en los programas sociales.

Incentivos a la paternidad en soltería
En otros países aumenta también la preocupación por el tema de las políticas sociales y de impuestos y su impacto en las familias. El Sunday Times publicaba el 6 de febrero un comentario sobre la situación en Irlanda. Escrito por Brenda Power, el artículo apuntaba que, desde la introducción en 1973 de una pensión para los padres solteros, la paternidad en soltería en Irlanda se ha disparado, desde menos de 3.000 casos al año en el momento de su introducción hasta el actual nivel de casi 100.000.

La decisión de introducir la pensión fue bien intencionada, observaba Power. Pero, añadía: «Hay un creciente apoyo al punto de vista de que el esquema de pensión para un progenitor en soltería, junto con todos los demás beneficios y concesiones disponibles, han tenido el efecto, en el mejor de los casos, de normalizar la paternidad en soltería, y, en el peor de los casos, de incentivarla».

Power citaba un discurso de Edward Walsh, profesor retirado de la Universidad de Limerick, que sostenía que una madre soltera con dos hijos, en situación de solicitar todas las pensiones y beneficios que pueda conseguir, podría alcanzar unos ingresos de más de 25.000 euros (32.000 dólares) al año del estado.

Y en Canadá, el 7 de marzo, Mons. Pierre Morissette, presidente de la Organización católica por la Vida y la Familia, escribió una carta al ministro de desarrollo social del gobierno federal, Ken Dryden, pidiéndole más ayuda para las familias.

Mons. Morissette precisaba que las familias necesitan más apoyo económico si tienen que cuidar sus propios hijos en casa. También precisaba que, «como sociedad, debemos reconocer el gran valor personal y social del trabajo de un progenitor que elige estar en casa y criar a sus hijos». Una opinión que encontrará eco sin duda en muchos padres que buscan un mayor reconocimiento de su papel.