NUEVA YORK/ROMA, martes, 7 junio 2005 (ZENIT.org).- Una decisión «necesaria» pero «ciertamente tardía» es, según afirmó este martes a »Radio Vaticano» el sacerdote comboniano y periodista, Giulio Albanese, fundador de la agencia misionera «Misna»–, el de la investigación del Tribunal Penal Internacional (TPI) sobre los presuntos crímenes de guerra ocurridos en la región sudanesa de Darfur a partir de julio de 2002.
De acuerdo con el centro de noticias de la ONU, el fiscal jefe del TPI, Luis Moreno Ocampo, subrayó que la investigación «requerirá de la cooperación de las autoridades nacionales e internacionales».
«Formará parte de un esfuerzo colectivo y complementará la labor de la Unión Africana y otras iniciativas para acabar con la violencia en Darfur y promover la justicia», apuntó.
Añadió que los mecanismos tradicionales africanos pueden ser una herramienta importante para complementar estos esfuerzos y lograr la reconciliación local.
En este sentido, Ocampo pidió a todas las partes implicadas a suministrar al tribunal la información, la evidencia y el apoyo práctico que se necesita para llevar a cabo esta tarea.
«La investigación será imparcial e independiente, y se centrará en los individuos con mayor responsabilidad por los crímenes cometidos en Darfur», añade el comunicado.
El 31 de marzo pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU, en su resolución 1.593, turnó al TPI el caso de Darfur para que determinara si se habían cometido crímenes de guerra y lesa humanidad en esa región de Sudán de julio de 2002 hasta la fecha.
Tras esta resolución, el fiscal del TPI recibió los archivos elaborados por la Comisión Internacional de Investigación sobre Darfur.
La oficina de Ocampo también reunió información y documentos de diversas fuentes, además de entrevistar a más de 50 expertos independientes, tras lo cual consideró que se habían reunido todos los requisitos estatutarios para iniciar la investigación.
La región de Darfur es centro desde hace más de dos años de sangrientos enfrentamientos que, según fuentes humanitarias autorizadas –apunta el padre Albanese este martes en «Avvenire»–, han causado entre 180 mil y 300 mil muertos y más de 2 millones de prófugos –expuestos por lo general a epidemias y malnutrición–, entre ellos cerca de 200 mil refugiados en el vecino Chad.
El estallido del enfrentamiento bélico en Darfur se sitúa hacia febrero de 2003. Acusando al gobierno sudanés de abandonar Darfur porque su población es mayoritariamente negra y de financiar las milicias «janjaweed» –que siembran muerte y destrucción entre la población civil–, dos grupos rebeldes de autodefensa populares –el «Movimiento para la Justicia y la Igualdad» (JEM) y el «Ejército-Movimiento de liberación de Sudán» (SLA-M)– se alzaron en armas contra Jartum. Las cifras antes citadas reflejan la gravísima crisis humanitaria que el conflicto ha desatado.
«La situación en Darfur es dramática» –reconoció este martes el padre Albanese en “Radio Vaticana”, comentando la apertura de la investigación por parte del TPI–.
«La guerra sigue adelante desde hace un par de años y se han cometido infamias y crímenes indecibles. No sólo por parte de los “janjaweed“, los tristemente célebres bandidos a sueldo del gobierno de Jarum, sino también por otras formaciones armadas y formaciones rebeldes. Se han cometido crímenes ante todo y sobre todo contra la población civil», denunció.
«Era por lo tanto necesario que hubiera un pronunciamiento por parte de la comunidad internacional en este sentido. La noticia no gustará a Jartum. Habrá que ver como reacciona el gobierno sudanés», subraya el misionero comboniano, pero alerta de que, «en cualquier caso, es importante entender que cuando hay tomas de posiciones a nivel internacional no son pronunciamientos dirigidos tanto a defender los derechos humanos cuanto más bien porque entre bastidores hay intereses de tipo económico».
Y «en Darfur lo que está en juego –es triste decirlo— es una inmensa cuenca petrolífera. Hay un contencioso entre dos formaciones opuestas: de una parte están los chinos, de la otra los intereses occidentales, explicó.
En su opinión la intervención de la comunidad internacional es «ciertamente una intervención tardía: durante meses, desde que explotó el conflicto en Darfur, se lanzaron alarmas por parte de organismos no gubernamentales y por parte de las Iglesias».
En particular, respecto a Darfur, el sacerdote hace hincapié en «el ostracismo que ha jugado –en el ámbito del Consejo de Seguridad de la ONU— China, fiel aliado del régimen sudanés».
Y añadió: «No olvidemos que en África hay escenarios donde la guerra prosigue desde hace muchísimos años donde ha habido una desatención manifiesta. Pienso sobre todo en la cuestión norugandesa, donde la guerra explotó a finales de los ’80 y se han perpetrado verdaderamente crímenes indecibles en medio del desinterés de la comunidad internacional».