CHICAGO, viernes, 17 junio 2005 (ZENIT.org–El Observador).- El obispo de Brooklyn, monseñor Nicholas DiMarzio, presentó este jueves a la Conferencia del Episcopado de Estados Unidos (USCCB) una propuesta de documento que servirá de base para que el episcopado pida con una sola voz el final de la pena de muerte en este país.
Durante 25 años –dijo el obispo DiMarzio– la USCCB ha venido pidiendo que se ponga fin al uso de la pena de muerte. La Conferencia ha permanecido firme y en ocasiones sola en este asunto. Sin embargo, agregó, hay señales de que los tiempos están cambiando. «Ahora tenemos nuevos aliados, nuevos argumentos y nuevas oportunidades», señaló el prelado en uno de los temas que más ha llamado la atención de los obispos que participan en la asamblea anual del episcopado estadounidense en esta ciudad.
«Hay nuevos cuestionamientos sobre la justicia y la efectividad de la pena de muerte, así como sus efectos en la sociedad y en la familia de la víctima de un crimen. La Suprema Corte de Justicia, con la presencia activa de la Conferencia, ha prohibido el uso de la pena de muerte entre los menores de edad y los enfermos mentales. Cada día más gente reconoce que no podemos enseñar que matar es malo y nosotros estamos matando a quien mató a otra persona».
El obispo de Brooklyn señaló que una encuesta reciente en Estados Unidos demostró que el apoyo al uso de la pena de muerte «ha caído dramáticamente» a menos de 50 por ciento de la población. Los que se oponen dan como razón «el respeto a la vida». Además, según la encuesta citada, quienes se oponen a la pena de muerte asisten con mayor frecuencia a misa.
En la actualidad hay 3 mil 500 reos sentenciados con la pena de muerte en las 38 prisiones federales y estatales de la Unión Americana, siendo California el estado con mayor número de sentenciados con 600 personas.
«El liderazgo profético y testimonial de nuestro amado Papa Juan Pablo II, nos reta», dijo el obispo DiMarzio. El Papa apeló siempre al fin de la pena de muerte «clara y esforzadamente urgía a los estados que fueran más allá del derecho y observaran la contradicción que existe entre la protección de la sociedad y la disminución del respeto por la vida humana», subrayó.
«Este es el legado de Juan Pablo II, la enseñanza de la Iglesia y la posición de nuestra Conferencia», dijo el obispo DiMarzio. De ahí el que se esté llevando a cabo una campaña católica nacional para detener el uso de la pena de muerte en estados como Texas, en donde hay muchos hispanos y afroamericanos en el «pabellón de la muerte».
El próximo mes de noviembre, los obispos estadounidenses confían en que se haya avanzado en el acuerdo mediante el cual la Conferencia presente lo que la Iglesia enseña sobre la pena de muerte y la necesidad de trabajar en conjunto –finalizó– para acabar con el uso de la pena de muerte en este país.