CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 2 junio 2005 (ZENIT.org).- Servir a los enfermos de África es una de las principales misiones de solidaridad de la Iglesia católica en África, afirma un mensaje enviado por la Santa Sede a los obispos de habla francesa y portuguesa de este continente reunidos en Cotonou (Benín) sobre los desafíos de la salud.

El mensaje, enviado en nombre de Benedicto XVI por el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado, ha sido leído en el encuentro por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Regional para África Occidental Francófona (CERAO) y arzobispo de Bamako (Malí), monseñor Jean Zerbo.

La misiva pontificia alienta a seguir con los esfuerzos emprendidos para reforzar en el continente africano las estructuras y programas sanitarios al servicio de los enfermos.

El arzobispo Sandri, según refiere la carta hecha pública por «Radio Vaticano», asegura que el Papa invita, en particular a los cristianos comprometidos en los servicios sanitarios a renovar su adhesión a Cristo, Redentor del hombre, cuyo rostro se manifiesta en el rostro de cada persona que sufre.

«En Cristo, muerto y resucitado por la salvación integral del hombre y de todo los hombres, la Iglesia encuentra el manantial de su ministerio de curación y la esperanza de la salud auténtica y divina», afirma el mensaje.

Recordando que la Iglesia está viviendo el año de la Eucaristía, en nombre del Papa, monseñor Sandri invita a «comprometerse con acciones fraternas en la lucha contra toda forma de enfermedad que afecta al hombre y a la sociedad de hoy», pues «de este modo se reconocerán los auténticos discípulos de Cristo», explica la síntesis del mensaje proporcionada por la emisora pontificia.

El encuentro es promovido por la CERAO en colaboración con la organización no gubernamental Medicus Mundi International, con la participación de agentes pastorales, profesionales del mundo de la salud, y representantes de gobiernos africanos.

La solidaridad con África ha sido uno de los temas más repetidos en público por Benedicto XVI en sus primeras semanas de pontificado.