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1. Los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile proponemos una reflexión sobre algunos caminos que puedan ayudarnos a avanzar como país en nuestra vida democrática, particularmente en cuanto a la participación responsable y a la transparencia.
2. Es deber de todos colaborar al auténtico desarrollo humano, participar creativamente en la vida de Chile como miembros activos de la comunidad nacional, co-responsables por su presente y su futuro, y contribuir a una convivencia cada vez más fraterna. Por esto, estamos llamados a participar en el proceso de elección de las nuevas autoridades del país. El voto es un modo privilegiado de ejercer esta responsabilidad, informada, reflexionada, y ejercida en conciencia, y quienes son cristianos esclarecerla a la luz del Evangelio de Jesucristo.
3. La Iglesia valora a quienes dedican su vida a la actividad política. Les pedimos que ejerzan su tarea según las valiosas orientaciones señaladas en el Concilio Vaticano II: «quienes son, o pueden llegar ser, capaces de ejercer ese arte tan difícil y tan noble que es la política, prepárense para ella y procuren ejercerla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal. Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos» («Gaudium et Spes», 75).
4. Es un derecho y un deber de los ciudadanos conocer lo más acabadamente posible los programas de los candidatos y candidatas, así como los valores y criterios en que se sustentan, bienes que el recordado cardenal Raúl Silva Henríquez sintetizara en lo que llamó «el alma de Chile», cuya identidad se funda en la dignidad de la persona humana, la primacía del Derecho y el aporte original de la Fe cristiana. En particular, destacamos que sean propuestas concretas para promover una mayor equidad, que supere las escandalosas brechas sociales, económicas y culturales existentes en nuestro país y procuren fortalecer la familia como el principal espacio de humanización. Es necesario que formulen políticas favorables a la vida, a la educación, a la salud, a los trabajadores y a las personas de la tercera edad. Es deber de quienes postulan presentarlas de manera oportuna, transparente y clara, pues las promesas electorales constituyen un auténtico compromiso con el país, especialmente con aquellos cuyo presente y futuro depende, en gran medida, del fiel y eficaz cumplimiento de ellas.
5. Contribuyamos a que este tiempo previo a las elecciones sea una oportunidad de discernimiento, para escoger con sabiduría a aquellas personas que mejor puedan trabajar en la búsqueda del bien común, fomentando el diálogo y el entendimiento. Pedimos a los medios de comunicación social que en su servicio al bien común abran espacios para diálogos profundos y serenos, que permitan a los ciudadanos discernir las coincidencias y las diferencias entre los candidatos y candidatas.
6. En este tiempo en que nos disponemos a acoger con alegría y esperanza el don de la santidad del Padre Alberto Hurtado, dejémonos animar y cuestionar por su testimonio de hombre de Dios, por su servicio a los más pobres y abandonados, por su contribución a pensar creativamente nuestro país, por su capacidad de diálogo y su palabra franca. ¡Que el Padre Hurtado siga siendo una visita de Dios en nuestros días! Y que la Virgen del Carmen, Madre de Chile, nos enseñe a ser libres para actuar según los planes de Dios para nuestra Patria.
EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
+ Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente
+ Gonzalo Duarte García de Cortázar
Obispo de Valparaíso
Vicepresidente
+ Francisco Javier Errázuriz Ossa
Cardenal Arzobispo de Santiago
+ Ricardo Ezzati Andrello, sdb
Obispo Auxiliar de Santiago