Tras la fiesta de acogida que le dispensaron a orillas del Rhin los cientos de miles de jóvenes que ya se encuentran en esta ciudad para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud, el pontífice visitó el templo, símbolo histórico de esta ciudad.
Al entrar, saludó a centenares de jóvenes con discapacidades físicas o mentales, y después se detuvo en oración ante la urna de las reliquias de los Reyes Magos, que según la tradición son custodiadas en este lugar desde el año 1164.
Al salir del templo, tras escuchar el saludo del cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, quien tuvo que recurrir a todas sus capacidades de orador para calmar el entusiasmo de los jóvenes, el Santo Padre comenzó su intervención de manera espontánea, manifestando los recuerdos que le unen a esta ciudad.
Como él mismo dijo, cuando era profesor de Teología en la Universidad de Bonn, venía con frecuencia a Colonia y aquí trabó amistades que durarían toda su vida.
En particular, mencionó al cardenal fallecido Joseph Frings (1887-1978), arzobispo de la ciudad, quien le llevó como consultor teológico a Roma para participar en el Concilio Vaticano II.
«Me siento siempre en casa en Colonia», aseguró, recordando que también mantiene desde hace mucho tiempo una profunda amistad con el cardenal Meisner, el organizador número uno de estas Jornadas Mundiales de la Juventud.
Leyendo después el texto que había preparado, recordó que Colonia ha sido cuna o testigo de grandes santos de la historia de la Iglesia en Alemania y ha dado origen en tiempos recientes a grandes iniciativas caritativas, como «Misereor», «Adveniat», «Missio» y «Renovabis», que «hacen presente la caridad de Cristo en todos los continentes».
Tras la visita el Papa se detuvo ante las tumbas del cardenal Frings, y del cardenal Joseph Höffner (1906-1987), otro famoso arzobispo de Colonia, pionero en la promoción de la Doctrina Social de la Iglesia, quien recientemente ha recibido el reconocimiento de «Justo entre las naciones», ofrecido por Israel a quien ha arriesgado la vida para salvar a judíos durante la segunda guerra mundial.
Tras el encuentro, el Papa regresó al arzobispado de la ciudad, que se ha convertido en su sede en estos días.