RÍMINI, lunes, 22 agosto 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha enviado Benedicto XVI, a través del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, al «Meeting por la amistad entre los pueblos» que desde este domingo organiza el movimiento Comunión y Liberación en la ciudad italiana de Rimini con el título: «La libertad es el don más precioso que a los hombres dieron los cielos».
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A su excelencia monseñor Mariano de Nicolò
Obispo de Rímini
Excelencia:
Con gran alegría el Santo Padre se hace espiritualmente presente, a través de este mensaje, en la vigésimo sexta edición del Meeting de Rímini que lleva por título: «La libertad es el don más precioso que a los hombres dieron los cielos».
El tema de este año tiene una importancia extraordinaria en un momento histórico y cultural en el que no hay nada que se confunda tanto como el término libertad. Es verdad: para Dios es muy importante nuestra libertad. Él nos quiere libres, nos ama en cuanto que somos libres, hasta el punto de que acepta el riesgo que corremos de alejarnos de Él con tal de ofrecernos la posibilidad de reconocerlo sin constricciones interiores.
Pero, ¿por qué ama Dios nuestra libertad? Porque Él ve en nosotros la imagen de su Hijo encarnado, que libremente adhirió siempre al proyecto del Padre, que aceptó libremente un cuerpo y que libremente se abajó hasta la muerte en la cruz, en esa oblación de sacrificio que el sacramento de la Eucaristía actualiza cada día en el altar. Nosotros sólo podremos hacer la experiencia de ser verdaderamente libres cuando, adhiriendo sin reservas al proyecto de Cristo, lo hacemos ofreciendo también la libertad.
La auténtica libertad, por tanto, es fruto del encuentro personal con Jesús. En Él, Dios nos perdona y nos restituye esa libertad que de otro modo habríamos perdido para siempre a causa del pecado de nuestros primeros padres. A cada uno le sucede lo que le sucedió a la mujer samaritana de la que habla san Juan en su Evangelio (Cf. 4,5-43): sintió como renacía interiormente y tuvo la impresión de volver a ser verdaderamente libre en el encuentro con ese «hombre» que le dijo todo lo que ella había hecho y le reveló el verdadero rostro de su destino.
Por el contrario, el joven rico (Cf. Mateo 19, 16-22) sí reconoció en el Señor la posibilidad de un cumplimiento humano, pero no tuvo la valentía de seguirle hasta el final, pues como dice el Evangelio, tenía demasiados compromisos. Consideraba erróneamente que la verdadera libertad, que deseaba ardientemente, significaba ausencia de vínculos, de lazos y de toda obediencia. De ese modo, si bien permanecía aparentemente libre de actuar según sus propias decisiones autónomas, se fue triste. Podemos tratar de construir sin duda nuestra existencia prescindiendo de Cristo, pero con la única consecuencia de que quedaremos para siempre solos y desconsolados.
El mensaje que el Santo Padre envía a todos los participantes en el «Meeting» es que ¡sólo Jesús nos hace libres! No se puede concebir la libertad sin pensar en el término «liberación», que forma parte del nombre de vuestro Movimiento. ¡Jesús es para nosotros la liberación! La liberación del pecado, de nuestros falsos deseos, en último término de nosotros mismos. «Ubi fides ibi et libertas»: estas palabras, pronunciadas con motivo de las exequias del difunto monseñor Giussani, Su Santidad las confirma ahora, repitiendo que la liberación es el reflejo luminoso existencial que puede ofrecer a nuestra vida.
Con estos sentimientos, el Santo Padre envía su auspicio de buen trabajo a los participantes en el «Meeting» y a todos imparte su bendición, propiciadora de abundantes favores celestiales. Al ofrecer también a los organizadores de la iniciativa mis cordiales deseos de pleno éxito, confirmo mi estima fraternal.
Cardenal Angelo Sodano
Secretario de Estado
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]