Saludo del sucesor del hermano Roger en sus exequias

TAIZÉ, martes, 30 agosto 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la alocución que pronunció el hermano Alois, nuevo prior de la Comunidad de Taizé, en las exequias de su fundador, el hermano Roger, el 23 de agosto pasado.

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En nombre de la Comunidad de Taizé, quiero agradecerles su presencia y su apoyo a la hora de despedirnos de nuestro hermano Roger. Gracias a los representantes de las Iglesias ortodoxa, católica, protestante y anglicana. Gracias a los que representan a las autoridades civiles de Alemania, Francia, Rumanía y otros países.

Quisiera expresar nuestro profundo afecto a Geneviève, la querida hermana del hermano Roger, a su familia, a aquellos para los que ha sido madre y abuela.

El hermano Roger desbrozó un camino y nos guió por él con una energía y un valor excepcionales. Ciertas convicciones íntimas lo llevaron a seguir por ese camino infatigablemente. Permítanme que hoy les recuerde dos de ellas. Con frecuencia, el Hermano Roger repetía estas palabras: «Dios está unido a cada ser humano, sin excepción». Esta confianza fue y será el vehículo de la vocación ecuménica de nuestra pequeña comunidad. Con toda la Iglesia, queremos creer en esta realidad y hacemos todo lo posible para expresarla con nuestra vida. El corazón del hermano Roger albergaba a todos los seres humanos, de todas las naciones, sobre todo a los jóvenes y a los niños. Queremos seguir sus pasos.

La segunda convicción es que el hermano Roger volvía una y otra voz a un valor del Evangelio, la bondad de corazón. No son palabras vacías, sino una fuerza capaz de transformar al mundo porque, gracias a ella, Dios realiza su obra. Ante el mal, la bondad de corazón es una realidad vulnerable. Sin embargo, la vida que dio el hermano Roger es una promesa de que la paz de Dios tendrá la última palabra para todas y cada una de las personas sobre la faz de la tierra.

Al Hermano Roger no le gustaba que se pronunciaran muchas palabras en las Iglesias, así que me gustaría concluir con una oración:

Dios de bondad, confiamos a tu misericordia a Luminita Solcan quien, en un acto enfermizo, puso fin a la vida de nuestro hermano Roger. Unidos a Cristo en la cruz te decimos: Padre, perdónala, porque no sabe lo que ha hecho.

Espíritu Santo, te pedimos por el pueblo de Rumanía y por los jóvenes rumanos tan queridos en Taizé.

Tú, el Cristo de compasión, nos concedes estar en comunión con los que nos precedieron y que pueden seguir junto a nosotros. Ponemos en tus manos a nuestro hermano Roger. Ya contempla lo invisible. Siguiendo sus pasos, nos preparas para acoger un resplandor de tu claridad.

Ahora, vamos a entonar un canto. A continuación, hablará el cardenal Kasper, Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, y celebrará la Eucaristía, junto a los hermanos sacerdotes de Taizé.

[Traducción distribuida por la Comunidad de Taizé]

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ZENIT Staff

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