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Aug 31, 2005 00:00
SAN JOSÉ, miércoles, 31 agosto 2005 (ZENIT.org).- Mensaje que publicaron el 25 de agosto los obispos de Costa Rica al final de su 90ª Asamblea Plenaria con el título «Renovando la esperanza».
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Los Obispos de Costa Rica reunidos en la 90ª Asamblea Plenaria, agradecidos al Dios de la Vida y de la Historia, saludamos con el afecto de Padre y Pastores a los Sacerdotes, a los Religiosos y Religiosas, a todos nuestros fieles cristianos y a todos los Costarricense de buena voluntad.
1. Nuestro Caminar Eclesial.
Con el profundo deseo de cercanía y comunión, queremos informarles de cuanto en un clima de reflexión, de oración y de sincera fraternidad, hemos compartido y propuesto durante estos días de Asamblea.
No hemos querido pasar a nuestra Agenda sin antes recordar cuatro acontecimientos que han marcado a este año, el caminar de nuestra Iglesia: la partida para la Casa del Padre de nuestro muy querido Mons. Román Arrieta Villalobos; el fallecimiento del Santo Padre Juan Pablo II, con su fuerte mensaje de heroísmo cristiano en el dolor, y de esperanza; la elección de Benedicto XVI llamado desde su trayectoria cristiana y magisterial, “a confirmar a sus hermanos en la fe”; y finalmente la erección de la esperada Diócesis de Cartago, corazón histórico y mariano de nuestra Patria.
La presencia atenta y cariñosa, durante el primer día, de su Excelencia Mons. Osvaldo Padilla, Nuncio de su Santidad Benedicto XVI, ha puesto de relieve, una vez más que la Iglesia es ante todo un Misterio de Comunión, asegurada por la actuante y eficaz presencia en ella del Espíritu Santo.
Durante el primer día de la Asamblea hemos reflexionado, en una atmósfera orante, sobre el tema central de próximo Sínodo de Obispos que se celebrará en Roma desde el 2 al 23 de octubre, día mundial de la Misiones: “La Eucaristía fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia”.
Desde aquí exhortamos a todos nuestros Sacerdotes y Fieles, a que lleven a buen término todas las actividades programadas para el Año Eucarístico, y que su conclusión sea como un himno de acción de gracia por el don extraordinario e inestimable de la Santísima Eucaristía
2. Mirada retrospectiva.
En esta Asamblea finaliza el trienio para el cual ha sido electa la Directiva de la Conferencia Episcopal, por lo cual, antes de las elecciones de una nueva Directiva, hemos querido dedicar un tiempo considerable a la evaluación del trabajo llevado adelante por las distintas Comisiones y Organismos de la misma Conferencia Episcopal. Los informes que nos presentaron, por el poco tiempo a disposición no podían reflejar plenamente todo el esfuerzo, las preocupaciones apostólicas, el entusiasmo, el cariño con que nuestros colaboradores han trabajado durante estos años. A todos ellos, nuestra sincera gratitud y les animamos a que sigan con la misma generosa disponibilidad. Se constató también que ha sido un “caminar” entre no pocas dificultades, y la mayor de entre ellas, la que Cristo mismo señaló un día: “la mies es mucha, pero los operarios son pocos”. En cualquier circunstancia, nos anima la promesa de Jesús: “no los dejaré hermanos” (Jn 14,18), “yo estaré siempre con Ustedes” (Mt 28,20).
3. Campaña electoral.
Próximamente el Tribunal Supremo de Elecciones convocará a elecciones. Los partidos políticos iniciarán su campaña para lograr el mayor número de votos que les sea posible... Nuestra preocupación trasciende toda opción partidista: la nuestra es la preocupación de quienes constatan la desconfianza de nuestro pueblo en la clase política y en la fragmentación partidista, más aún, nuestro pueblo es sabedor de la corrupción que ha penetrado entre no pocos que se han presentado como “servidores” y guías de la Patria.
Por otra parte, estamos conscientes de que una expresión esencial de la Democracia, es la organización del Pueblo en partidos, por lo cual dirigimos a todos los máximos responsables de los partidos, un fuerte llamado a que encuentren en el amor hacia la propia Patria, la fuerza para sanar desde dentro el propio partido... De nada valdría nuestra insistencia en invitar al Pueblo a no dejar de votar, si no le ofrecemos una suficiente credibilidad y motivos de confianza. Frente a los muchos desafíos del momento presente, creciente criminalidad, incontrolable narcotráfico, la Costa Rica de los pocos muy ricos y la Costa Rica de los muchos muy pobres, la desintegración familiar, la atmósfera de profunda desconfianza frente a posibles tratados comerciales..., urge reencontrar el camino de una gobernabilidad suficientemente serena, que asegure el poder trabajar con eficacia para el bien público y particularmente a favor de los grupos humanos más necesitados.
Nos sentimos voz, y voz autorizada, de nuestro Pueblo que pide partidos políticos que sepan cultivar un auténtico espíritu de servicio, que por encima de intereses personales o de grupo, sepan y quieran permanecer fieles a los principios e ideales que aseguren el bien de todo ciudadano.
A pesar de tantos motivos que nos parecieran que nos exigen lo contrario, no queremos renunciar a la convicción de que aún se nos da la oportunidad para construir una Costa Rica más justa, más solidaria, más respetuosa de los valores que hasta ahora han sido parte esencial de su historia y de su fisonomía.
Siempre acompañamos el caminar de nuestro Pueblo con la oración. Les aseguramos a todos que la intensificamos en este período de particular densidad histórica para nuestra Patria.
4. Plan Estratégico 2005 – 2008.
Hemos acogido para su debido estudio el Plan Estratégico 2005-2008, que el Secretariado de la Conferencia Episcopal con las varias comisiones y organismos que la integran, han elaborado por solicitud de la misma Conferencia Episcopal. En él se manifiesta la clara preocupación de elaborar un plan de conjunto que involucre precisamente todas las Instancias que están al servicio de la Iglesia en Costa Rica. Constatamos con satisfacción que el Plan Estratégico desarrolla y amplía el anterior documento de la misma Conferencia Episcopal, “Hacia una Iglesia de Comunión – Orientaciones Pastorales para la Iglesia en Costa Rica”. Estamos ciertos de que los dos Documentos van a ser instrumento valioso para acompañar el trabajo de la nueva Junta Directiva de la Conferencia Episcopal, durante el próximo trienio.
Todo es expresión de nuestra firme determinación en ser fieles al mandato de Cristo, Supremo Pastor, que nos repite el mandato dirigido a sus Apóstoles: “vayan por todo el mundo, prediquen el Evangelio a toda creatura” (Mt 28,19). Es también nuestro el grito de S. Pablo: “¡Ay de mí si no predico el Evangelio!”.
Los Evangelistas nos informan que Jesús se sentía “movido a compasión” por aquellas muchedumbres que se agoplaban en torno suyo, con la esperanza de la “Buena Noticia”, de recuperar la salud... del pan para el camino. Y nosotros queremos asegurarles a todos que hacemos nuestras sus preocupaciones, sus desánimos, su sufrimiento, sus miedos, pero también queremos con todos Ustedes renovar la esperanza, apostando por la gracia que nos viene de Aquel que nos repite, como en otro tiempo a los suyos; “Soy yo, ¡No tengan miedo!” (Mt 14,27).
Todavía nos llena el corazón la fuerte emoción del 2 de agosto, cuando Nuestra Señora de los Ángeles ha visto a sus pies casi dos millones de sus hijos e hijas Costarricenses... A ella nos encomendamos con la confianza de hijos, para tener el ánimo de seguir soñando con una Costa Rica a la que no queremos ni debemos renunciar.
San José, 25 de agosto del 2005