CASTEL GANDOLFO, miércoles, 17 agosto 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras espontáneas que Benedicto XVI pronunció este miércoles, al final de la audiencia general en la que había comentado el Salmo 125, para manifestar su dolor por el asesinato, acaecido el martes en la tarde, del fundador de la Comunidad de Taizé, Frère Roger Schutz.

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Hemos hablado al mismo tiempo de tristeza y de alegría. En realidad, he recibido esta mañana una noticia muy triste, dramática. Durante las vísperas de ayer por la tarde, el querido Frère Roger Schutz, fundador de la Comunidad de Taizé, fue acuchillado y asesinado, probablemente por una desequilibrada. Esta noticia me ha afectado todavía más porque precisamente ayer recibí una carta de Frère Roger muy conmovedora, muy cariñosa. En ella, escribe que en el fondo de su corazón quiere decirme que «estamos en comunión con usted y con los que se han reunido en Colonia». Después escribe que, a causa de sus condiciones de salud, por desgracia no habría podido venir personalmente a Colonia, pero que habría estado presente espiritualmente junto a sus hermanos. Al final, me escribe en esta carta que tiene el deseo de venir cuanto antes a Roma para encontrarse conmigo y para decirme que «nuestra Comunidad de Taizé quiere caminar en comunión con el Santo Padre». Después escribe de puño y letra. «Santo Padre, le aseguro mis sentimientos de profunda comunión. Frère Roger de Taizé».

En este momento de tristeza, sólo podemos encomendar a la bondad del Señor el alma de este fiel servidor suyo. Sabemos que de la tristeza, como acabamos de escuchar ahora en el Salmo, renacerá la alegría. Frère Schutz está en las manos de la bondad eterna, del amor eterno, ha llegado a la alegría eterna. Nos invita y exhorta a ser fieles trabajadores en la Viña del Señor, también en situaciones tristes, seguros de que el Señor nos acompaña y nos da su alegría.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]