GINEBRA, martes, 7 febrero, 2006 (ZENIT.org).- Mientras se presentaba en Roma la primera encíclica de Benedicto XVI, «Dios es amor», representantes de organizaciones católicas de todo el mundo se encontraron en Ginebra para aplicar en la práctica el mensaje papal.
En concreto, los participantes estudiaron los modos de aumentar los recursos y la cooperación en la lucha global contra el vih/sida.
La reunión de los días 23 a 26 de enero pasado, convocada por Caritas Internationalis, la confederación con sede en el Vaticano de las Caritas católicas, se produjo en medio de un creciente interés en el sistema de Naciones Unidas por la implicación de la Iglesia católica en los cuidados a las personas afectadas por el virus del sida.
El organismo de la ONU responsable de la lucha contra el sida, ONUSIDA, estima que el 25% de las organizaciones humanitarias dedicadas a los portadores del virus están apoyadas por estructuras católicas, y muchas de ellas son proyectos de Caritas.
La reunión de cuatro días permitió el encuentro de representantes de la jerarquía eclesial, la confederación de Caritas, organizaciones católicas y confesionales ecuménicas, así como agencias internacionales, incluyendo ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Compartieron experiencias y estrategias sobre cómo promover la colaboración y examinar lo que el sistema de Naciones Unidas puede ofrecer a la Iglesia en términos de instrucción, capacitación y experiencia.
Según Duncan MacLaren, secretario general de Caritas, la conferencia cosechó intercambios fructíferos entre la ONU y la Iglesia.
En concreto, dijo, ayudó a superar estereotipos sobre la Iglesia católica respecto a la prevención del sida. Así mismo aumentó la conciencia del papel clave de la Iglesia en promover una respuesta misericordiosa, y centrada en la educación, a la pandemia.
«Las respuesta de los creyentes al sida fue vista en la ONU como un elemento positivo para combatir el estigma y la discriminación, y ayudar a la persona a vivir con el virus para mejor afrontarlo», dijo MacLaren.
«Como dijo una persona que participó en la reunión, “la ONU ahora se da cuenta de que la Iglesia católica es el corazón y el sistema nervioso de nuestras comunidades», explica el representante.
Se espera que, mediante una mejor colaboración, las organizaciones católicas puedan tener un mayor acceso a los fondos administrados por donantes multilaterales, como el Fondo Global para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
El padre Robert Vitillo, consejero de Caritas para el sida, indicó que las organizaciones confesionales de creyentes, a pesar de su importante implicación en proporcionar cuidados sanitarios en el mundo en desarrollo, reciben una mínima fracción de estas ayudas, apenas el 2%, del Fondo Global.
El padre Vitillo preside el «AIDS Funding Network Group» que integra a Caritas, el CIDSE (Cooperación Internacional para el Desarrollo y Solidaridad) y la organización Missio, se mostró de acuerdo en establecer una oficina de las organizaciones católicas que se ocupan del sida, en Ginebra, que debería facilitarles la ampliación de sus relaciones con Naciones Unidas y ofrecerles un servicio de representación. En el encuentro se formó un pequeño grupo para avanzar en esta estrategia.