El lado sórdido de la globalización: Aumenta el tráfico de seres humanos y de drogas

NUEVA YORK, sábado, 6 mayo 2006 (ZENIT.org).- La parte más triste de un mundo cada vez más globalizado fue puesta de relieve en dos informes recientes, uno sobre el tráfico de seres humanos y el otro sobre el comercio internacional de drogas.

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No hay país inmune al tráfico de seres humanos, advertía Antonio Maria Costa, director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas sobre Droga y Crimen (UNODC). Costa expresó estas observaciones durante el lanzamiento el 24 de abril del informe «Trafficking in Persons: Global Patterns».

El estudio identifica 127 países de origen, 98 de tránsito y 137 de destino, implicados en el tráfico de seres humanos. También revelaba que los intentos de combatir es tráfico se ven obstaculizados por la falta de datos exactos, en parte porque los países no reconocen que el problema les afecte.

«Es extremadamente difícil establecer cuántas víctimas hay en el mundo puesto que el nivel de información varía de forma considerable, pero el número seguramente alcanza varios millones», observaba Costa en la rueda de prensa del 24 de abril. «Debería avergonzarnos a todos el hecho de que esta forma de esclavitud todavía exista en el siglo XXI».

Víctimas
El tráfico para explotación sexual es el tipo de abuso del que más se suele informar. La explotación sexual es especialmente notable en Europa central y del este. La plaga de las víctimas de trabajo forzado ha recibido menos atención y, observaba UNODC, su identificación ha tenido incluso menos éxito que en el caso de la explotación sexual.

Cuarenta y un países en Europa central y del este, la Comunidad de Estados Independientes y Asia son los que con más frecuencia se mencionan como origen del tráfico de seres humanos.

Europa central y del este y Europa occidental son las principales regiones de tránsito de estas víctimas. Otras regiones clave de tránsito son el sureste de Asia, América central y África occidental.

Diez países puntúan muy alto como destino del tráfico de personas. Cinco de ellos están en Europa occidental: Bélgica, Alemania, Grecia, Italia y Holanda. Los otros son Israel, Turquía, Japón, Tailandia y Estados Unidos.

Los grupos implicados en el tráfico pueden dividirse en dos grandes tipos. El primer tipo tiene una fuerte estructura jerárquica y disciplina. Además del tráfico de personas, están muy implicados en el tráfico transnacional de diversos productos, incluyendo drogas, armas de fuego, contrabando de inmigrantes, y secuestros.

El segundo tipo tiene como actividad primaria el tráfico de personas, y está compuesto por un limitado número de individuos que forman una organización cerrada y estructurada básica, rodeada de una red más abierta de asociados. Este tipo parece orientarse estrictamente a los beneficios y es oportunista, cambiando entre las diversas actividades ilegales sobre la base de dónde se pueden generar más beneficios.

Tratar con estos grupos requiere la identificación de los traficantes para poder investigar el tráfico y procesar a los delincuentes. El informe afirmaba que en relativamente pocos casos se les logra procesar, obteniéndose pocas condenas.

Recomendaciones
Entre las recomendaciones del informe está la necesidad de reducir la demanda, sea por bienes baratos hechos en fábricas de explotación, o por servicios proporcionados por esclavos sexuales. Junto a esto está la necesidad de emprender campañas de información para reducir la vulnerabilidad de las personas al tráfico.

Otro gran desafío, observaba UNODC, es apuntar a los criminales que se benefician de la vulnerabilidad de las personas que intentan escapar de la pobreza, el desempleo o la opresión, y aumentar el nivel de condenas penales.

El informe también pedía a los gobiernos que protegieran a las víctimas del tráfico, especialmente a las mujeres y a los niños. Con frecuencia falta una asistencia adecuada, y las víctimas rescatadas suelen volver a ser objeto de tráfico porque los legisladores y los responsables de aplicar las leyes, a pesar de sus buenas intenciones, producen o tienen que llevar a la práctica leyes que pueden poner a estas mismas víctimas de nuevo en manos de sus explotadores.

Tráfico de drogas
El 1 de marzo, el Órgano Internacional de Control de Narcóticos publicaba su informe anual para el año 2005. En una mensaje adjunto el presidente del INCB, Hamid Ghodse, comentaba que los esfuerzos del pasado en el control del tráfico de drogas se basaban en un modelo que presumía una relación simplista entre la fuente de las drogas y su demanda. «Hoy», afirmaba, «se ha vuelto evidente que los problemas del control internacional de drogas están entre los más complejos a los que se enfrenta el mundo de hoy y que no se pueden afrontar con medidas superficiales».

Como ejemplo, Ghodse observaba que los intentos de sustituir las cosechas se ha demostrado que son mucho más complejos de lo inicialmente pensado al poner fin al cultivo de las plantas de las que se extraen las drogas ilegales. Tales programas sólo pueden tener éxito sin económicamente viables. Además, el cambio a las alternativas debe combinarse con el cumplimiento de la ley las actividades de prevención de drogas en un proceso a largo plazo.

El mismo informe explica que el proporcionar alternativas al cultivo de drogas se ha puesto en práctica en muchos países – Afganistán, Myanmar, Pakistán, Tailandia, Bolivia, Colombia y Perú. La mayoría han experimentado descenso en el cultivo de drogas ilegales, en parte por los esfuerzos en desarrollar alternativas y en parte por otros factores. En el 2004, el área total bajo el cultivo de la amapola del opio en todos los países sumaba sólo el 32% del total de 1994, y sólo el 43% del área total con cultivos de arbustos de coca en 1995 seguía con dicho cultivo en el 2003.

En cuanto a la complejidad de los temas implicados, el informe observa el nexo existente entre consumo de drogas, privaciones, desempleo y comportamiento criminal. «Ninguno de ellos, individual o colectivamente, causa el consumo de drogas más de lo que el mismo consumo de drogas causa el crimen, la pobreza y el desempleo», sostenía el INCB.

Lo que suele ocurrir es que estas circunstancias y comportamientos coexisten y se refuerzan unas a otras. En tal ambiente, el estilo de vida criminal que acompaña el consumo de drogas puede ser más fácil y más atractivo que las alternativas legítimas. Así, parte de la lucha contra el tráfico de drogas requiere esfuerzos sostenidos y comprensivos para abordar la privación social y desarrollar ocupaciones y estilos de vida alternativos legítimos.

Progresos regionales
Parte del informe detalla la situación de las drogas en cada región. En África, la principal droga ilegal es la marihuana o cannabis. Es consumida por más de 34 millones de personas. Las plantas de la marihuana se pasan dentro y más allá de la región, especialmente a Europa y Norteamérica. Los traficantes de drogas también utilizan cada vez más los países del África occidental a lo largo del Golfo de Guinea para pasar la cocaína desde Latinoamérica a Europa y, en un grado inferior, a Norteamérica. Además, dos capturas recientes de cocaína en Kenya pueden indicar que los traficantes de cocaína también han comenzado a utilizar el África oriental como área de tránsito.

América central y el Caribe siguen siendo el principal punto de envío de drogas, especialmente cocaína, con origen en Sudamérica y destinada a Estados Unidos y Europa.

En la región de Norteamérica que comprende México, Estados Unidos y Canadá, el INCB observaba que la cooperación ha conducido a progresos significativos al tratar el tráfico de drogas. Pero sigue habiendo problemas, entre ellos el creciente consumo de drogas de diseño.

Asimismo, México ya no es sólo un país de tránsito. También se ha convertido en un país consumidor de drogas ilegales e incluso productor de drogas como la marihuana, la heroína y los estimulantes del tipo de las anfetaminas. En Sudamérica, el nivel de cultivo ilegal del arbusto de coca ha permanecido en el 2004 signi
ficativamente por debajo del máximo alcanzado en el 2000, pero ha aumentado en un 3% en comparación al 2003.

En Asia, se han hecho progresos en la reducción de la producción de opio en Laos y Myanmar. Pero Afganistán sigue siendo el principal productor de la amapola de opio, sumando el 87% de la producción mundial en el 2005. El parte triste de la globalización parece que seguirá igual.

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ZENIT Staff

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