CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 7 mayo 2006 (ZENIT.org).- A pesar de la crisis de vocaciones que experimentan algunos países, Cristo sigue llamando al sacerdocio a adolescentes, jóvenes y adultos, aseguró Benedicto en este domingo, Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
Después de haber ordenado a quince sacerdotes en la basílica vaticana, el Papa aseguró desde la ventana de su estudio a los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro que «la misión del sacerdote es insustituible».
El Santo Padre aclaró que para comprender el motivo por el que un hombre o una mujer decide consagrar su vida entera a Cristo es necesario remontarse a «la experiencia de los primeros discípulos de Jesús que, después de haberle conocido en el lago y en los pueblos de Galilea, quedaron conquistados por su atractivo y por su amor».
«La vocación cristiana implica renovar siempre esta amistad personal con Jesucristo, que da pleno sentido a la propia existencia y la hace disponible para el Reino de Dios», reconoció.
«La Iglesia vive de esta amistad –siguió diciendo en una soleada mañana de primavera–, alimentada por la Palabra y los Sacramentos, realidades santas confiadas de manera particular al ministerio de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos, consagrados por el sacramento del Orden».
Por este motivo, el obispo de Roma subrayó que «la misión del sacerdote es insustituible y, si bien en algunas regiones se registra escasez de clero, no hay que duda de que Dios sigue llamando a adolescentes, jóvenes y adultos a dejarlo todo para dedicarse a la predicación del Evangelio y al ministerio pastoral».
Benedicto XVI explicó que también hay «otra forma especial de seguimiento» de Cristo, «la vocación a la vida consagrada, que se expresa en una existencia pobre, casta y obediente, totalmente dedicada a Dios, en la contemplación y en la oración, puesta al servicio de los hermanos, especialmente de los pequeños y de los pobres».
Por último, pidió no olvidar que «también el matrimonio cristiano es una vocación en pleno sentido de la palabra a la santidad, y que el ejemplo de santos padres es la primera condición favorable para el florecimiento de vocaciones sacerdotales y religiosas».
Concluyó su intervención pidiendo las oraciones de todos los creyentes «para que las semillas de vocación que Dios siembra en el corazón de los fieles maduren y den frutos de santidad en la Iglesia y en el mundo».
Entre 1978 y 2004, según los datos estadísticos de la edición recién publicada del Anuario Estadístico de la Iglesia, el número de sacerdotes ha disminuido en un 3,58%, pasando de 420.971 a 405.891.
El número de los sacerdotes diocesanos ha aumentado en el 2,42%, pasando de 262.485 a 268.833; mientras que se ha dado una disminución del 13,52% entre los sacerdotes religiosos, de 158.486 a 137.058.
En este mismo período de tiempo, se ha experimentado una disminución de las religiosas de un 22,54%, pasando de 990.768 en 1978 a 767.459 en 2004.