LIMA, lunes, 8 mayo 2006 (ZENIT.org).- En una reflexión ofrecida con motivo de la segunda vuelta electoral en la que se elegirá al presidente de Perú, el presidente de la Conferencia Episcopal de ese país ha explicado que «un voto no pensado es un voto perdido».
«Para esto es necesario escuchar y ponderar adecuadamente los planes de gobierno de ambos candidatos, poniendo siempre en primer lugar el bien común del pueblo peruano y no los intereses particulares o partidarios», explicó este 5 de mayo monseñor Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, O.F.M., arzobispo de Trujillo.
Con sus palabras el prelado busca iluminar el compromiso de los católicos ante los comicios que tendrán lugar el 4 de junio.
El presidente de la Conferencia comienza expresando su felicitación «al pueblo peruano por la conducta democrática manifestada en la reciente jornada electoral del 9 de abril pasado y, al mismo tiempo, felicitar a los dos candidatos elegidos para una segunda vuelta».
«Los resultados de la reciente elección manifiestan que el pueblo peruano espera de la clase política, y especialmente de los candidatos, un clima de diálogo y de concertación que lleve a cubrir las expectativas y necesidades más imperiosas de nuestra patria, el Perú», reconoce.
Así mismo, «la voluntad popular está expresando su deseo, al futuro presidente, de no constituir un gobierno exclusivamente partidario, sino un gobierno de todos los peruanos para todos los peruanos», considera el prelado.
Según monseñor Cabrejos Vidarte, en la campaña con motivo de la segunda vuelta electoral «es necesario que se expongan claramente las propuestas de los candidatos, y de modo especial que se profundicen los programas para vencer la pobreza, mejorar la salud y desarrollar la educación, puntos insoslayables y prioritarios en cualquier agenda de gobierno».
«La agenda social debe ser el eje medular de todo proyecto gubernamental y no un punto secundario encargado a otras instituciones», subraya.
El representante episcopal invita a los candidatos «a guardarse mutuo respeto dentro de este proceso democrático y evitar la polarización que es tan dañina al país».
En este contexto, reafirma «la disponibilidad de la Iglesia – cuya primera responsabilidad es la evangelización – para seguir colaborando con el país en su desarrollo histórico, cultural y moral, tal como lo reconoce la Constitución Política del Perú, sin olvidar que la Iglesia actualmente sigue cumpliendo un rol subsidiario importante en los estratos más pobres de nuestra sociedad y en los lugares más recónditos del país».
Por último pide a Dios que «ilumine a los electores y a los candidatos en esta segunda vuelta electoral, para que juntos construyamos un país con justicia social y libertad, ejes fundamentales para alcanzar el auténtico desarrollo que tanto deseamos».