José María Simón, nuevo presidente mundial de los médicos cristianos

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BARCELONA, domingo, 14 mayo 2006 (ZENIT.org).- Los delegados de las 60 asociaciones de médicos de todo el mundo que forman la FIAMC (Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas) han elegido presidente para los próximos cuatro años al doctor catalán José María Simón.

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La elección tuvo lugar en el Congreso de la FIAMC que se ha clausurado este domingo en Barcelona.

El nuevo presidente de los 40.000 médicos católicos asociados a la FIAMC tiene 43 años, es Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona, es especialista en Oftalmología, especialidad a la que se dedica profesionalmente desde 1992.

Es miembro de las sociedades francesa y española de Oftalmología, autor de múltiples contribuciones a libros y artículos científicos, así como de 10 tratados internacionales sobre su especialidad.

Durante los últimos años ha sido el presidente de la asociación Metges Cristians de Catalunya. Está casado y tiene 3 hijos.

«Tomo mi nombramiento con mucha ilusión –confesó tras hacerse pública su elección–. Para mi es como recibir un crédito que tengo que reembolsar en los próximos cuatro años. Tengo que demostrar que mi elección, ha sido, es y será un acierto».

«Mis prioridades son coordinar los trabajos que llevan a cabo las diferentes asociaciones médicas católicas repartidas por todo el mundo».

Entre sus atribuciones está, como él mismo explica, «mantener las relaciones con las distintas instituciones y la iglesia, gestionar los trabajos con nuestra oficina en el Vaticano, así como el desarrollo de los proyectos de colaboración con diversas instituciones, por ejemplo MaterCare que, de hecho, es nuestra agencia de cooperación internacional».

El nuevo presidente reconoce que la ética tiene un papel cada vez más preponderante en la reflexión de los médicos cristianos.

«Al margen del progreso y de los avances que hemos ido experimentando en los últimos años, no podemos olvidarnos de aquello que está bien y de aquello que está mal. Y a pesar de todo lo que se pueda decir, el médico y todo el sector sanitario no puede trabajar en contra de la vida humana», explica.

«Se ha de respetar a todo ser humano, desde su nacimiento a su muerte natural, y no se pueden utilizar eufemismos como «interrupción voluntaria del embarazo» o «muerte digna» que enmascaran unas realidades sórdidas que muchos no quieren escuchar».

«No debemos perder los principios que han hecho del colectivo médico uno de los más respetados por nuestra sociedad. Y en esto me dedicaré con todas mis fuerzas», concluye.

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ZENIT Staff

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