ROMA, lunes, 15 mayo 2006 (ZENIT.org).- Mientras la Orden de los Caballeros Templarios se ha hecho famosa gracias a «El Código da Vinci», a pesar de que fue suprimida hace ya mucho tiempo, la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta (más conocida hoy como Caballeros de Malta), que puede alardear de una historia milenaria, siguen siendo prácticamente desconocidos a pesar de su extendida labor internacional.
Y, sin embargo, esta orden tiene una historia mucho más exitosa, llena de aventuras, complots y situaciones dramáticas, e incluso con final feliz. Y hasta está relacionada con la obra maestra de un famoso artista.
Bernard Galimard Flavigny, periodista francés de «Le Figaro», narra de nuevo su historia en el libro escrito en francés «Histoire de l'Ordre de Malte». Recientemente, los Caballeros presentaron esta nueva historia de la Orden en su impresionante terraza, con vista panorámica al Foro de Augusto en Roma, propiedad suya desde la Edad Media.
Si ya hay miles de volúmenes escritos sobre la Orden, desde que su fundador, el beato hermano Gerardo, abriera su primer centro de acogida en Jerusalén, en el siglo XI, la primera pregunta que uno se hace es por qué otra obra sobre la Orden, que es reconocida por numerosas naciones como una realidad soberana, al igual que una nación.
«La pasión contemporánea por la historia lo requiere --respondió el portavoz de los Caballeros de Malta Eugenio Ajroldi di Robbiate--. El libro realiza un enfoque temático y cronológico muy interesante de la larga historia de la Orden, y además es un placer leerlo para el lector actual».
Flavigny señaló que, aunque ha condensado «novecientos años en un volumen», empleó diez años de investigación en Malta, Roma y París para escribirlo. Flavigny estudió los documentos, comprobó los hechos y luego escribió la historia.
El libro contiene toda clase de hechos y anécdotas sobre la Orden, como el origen y significado de su símbolo principal, la cruz de ocho puntas. Llevaban una cruz blanca en la espalda para proteger al caballero contra el pecado y el mal. El mayor castigo que se podía infligir a un caballero era que perdiera su hábito.
El blanco simboliza la pureza, y la estrella de ocho puntas representa las bienaventuranzas de los caballeros: gozo espiritual, vida sencilla sin malicia, humildad, penitencia, amor por la justicia, compasión, sinceridad y paciencia en la persecución por causa de la justicia.
Los Caballeros de Malta empezaron abriendo hospitales, cuidando a los enfermos, y siguen siendo una de las mayores organizaciones médicas caritativas del mundo. Cuando se trasladaron de Jerusalén a Rodas y a Malta, perseguidos por la oleada turca, tuvieron que abandonar hospitales bien equipados, con los más modernos métodos médicos. Dietas especiales para distintos pacientes, énfasis en la limpieza, y un ambiente ventilado e iluminado, contribuyeron a su buena fama como especialistas en la atención médica.
Los peligros que afrontaban los peregrinos cristianos forzaron a la Orden a tomar las armas para protegerles y para defender a Europa de lo que parecía una invasión inevitable por parte del Imperio Otomano.
El mejor momento militar de la Orden fue el 31 de mayo de 1565, cuando la pequeña isla de Malta, ocupada por los Caballeros, fue asediada por la flota turca que intentaba tomarla con el fin de instalar una base para invadir Europa. El valor y la increíble estrategia demostrada por los Caballeros, que resistieron a un asedio de tres meses, les ganó un lugar en los anales de la historia europea.
Michelangelo Merisi da Caravaggio (1573-1610), uno de los mayores pintores de la historia, fue a Malta en 1608, atraído por la fascinante historia y humildad espiritual de los caballeros. Tras pintar la extraordinaria Decapitación de Juan Bautista, para la orden, ésta le ofreció hacerlo caballero. Pero la mansedumbre que tan bien reflejó en su pintura no le acompañó en su vida y, tras luchar contra otro caballero, Caravaggio fue expulsado de la orden.
Flavigny subrayó que la historia de la Orden de Malta está impregnada de su espiritualidad. Los caballeros seguían la regla de san Agustín y hasta el día de hoy prestan ayuda humanitaria, viviendo la misma vocación iniciada por el hermano Gerardo a mayor escala. Siempre han rechazado ser asimilados a una organización no gubernamental, para mantener su independencia y ser fieles a su carisma.
De los más de once mil miembros con que cuenta la Orden de Malta, sólo cien son caballeros profesos (sacerdotes). Cada año, en mayo, casi la mitad peregrinan a Lourdes. La misma caridad y justicia subrayada por Benedicto XVI, en su encíclica «Deus Caritas Est», ha sido practicada por esta orden en una tradición ininterrumpida desde el siglo XI.
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May 16, 2006 00:00