ROMA, martes, 23 mayo 2006 (ZENIT.org).- El arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares Llovera (Utiel, Valencia, 1945), cardenal desde el pasado 24 de marzo, ha tomado posesión este domingo de la basílica romana de la que es titular, San Pancracio, una de las más antiguas de la ciudad.
El purpurado fue recibido con cantos y guitarras por la comunidad parroquial y fue acompañado por fieles de Toledo y sus tierras natales valencianas. El rector de la parroquia, el padre carmelita Karol Milewski, le acogió como «hermano entre los hermanos» y afirmó que «el color púrpura nos recuerda a san Pancracio, que aquí derramó su sangre. Tu presencia es un signo de gran responsabilidad».
La ceremonia, interrumpida por aplausos en diversas ocasiones (después de la lectura de la fórmula cardenalicia al inicio, después de la homilía y al finalizar la celebración) reunión en torno al cardenal a numerosos obispos, sacerdotes y fieles. El embajador de España ante la Santa Sede, don Francisco Vázquez Vázquez también estaba presente así como la familia Doria Pamphili, vinculada históricamente a la basílica.
En su homilía en italiano y español el cardenal Cañizares se centró en el amor de Dios. Después de recomendar a los fieles que leyeran y meditaran la encíclica del Papa, «Deus Caritas Est», dijo que «en el amor se encuentra la clave de todo».
Para el purpurado, lo que salva el mundo «no es una idea, un conjunto de valores o la técnica, sino un acontecimiento en una persona en la que se manifestó el amor de Dios por nosotros».
«Ante un mundo necesitado de amor, el amor de Dios nos plantea la pregunta decisiva sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros», añadió.
Dios, afirmó, es el amor «encarnado y crucificado; esta es la originalidad y la novedad cristiana».
El mandamiento del amor, según recalcó el purpurado, «no es un mandamiento exterior, sino la experiencia de un amor interno, que tiene que ser participado con los demás. El amor es de Dios».
Para el cardenal la humanidad tiene necesidad de «testigos del amor de Dios» y de «amigos de Jesucristo».
Monseñor Cañizares pidió a Dios «que todos nosotros permanezcamos en el amor, unidos a Cristo, para dar abundantes frutos de caridad y de amor». Aseguró que en esta misión que el Papa le ha encomendado quiere ser «siervo y servidor».
Finalmente, el que fuera arzobispo de Granada recordó el significado que tiene para él tomar posesión de una basílica tan vinculada al orden de los Carmelitas Descalzos especialmente por Santa Teresa y San Juan de la Cruz a quien se siente unido «por vicisitudes personales y por espiritualidad».
De hecho monseñor Cañizares nació el día de Santa Teresa (15 de octubre) y ha sido obispo de Ávila y ahora es arzobispo de Toledo, lugar donde la santa andariega escribió parte de su obra.
Al acabar la celebración, el sacerdote carmelita descalzo, el padre Jesús Castellano Cervera, que es oriundo de la zona valenciana de monseñor Cañizares, comentó a Zenit que la comunidad de san Pancracio –que colinda con la casa de los carmelitas descalzos y con su institución académica universitaria «Teresianum»– ha acogido con «mucha alegría» la designación del cardenal español como titular de la basílica recién restaurada.
El padre Castellano ha explicado a Zenit que la basílica romana tuvo en el pasado otros cardenales españoles titulares, entre ellos el dominico Juan Álvarez de Toledo y Juan Pedro Carafa. La basílica de San Pancracio, construida en el siglo V, conserva el sepulcro del joven de Roma Pancracio, que murió mártir el 12 de mayo del 304 bajo el emperador Diocleciano.
La basílica pertenece a de los carmelitas descalzos desde el siglo XVI y allí se estableció el Colegio Misionero de la orden que ha mandado a carmelitas descalzos a Persia, Irak, Siria e Israel. En la basílica se conservan unas catacumbas quilométricas y en esta iglesia fue bautizado el que sería papa Pío XII el día 4 de marzo de 1876.