La reforma migratoria –que además pretende otorgar 200 mil visas anuales temporales a trabajadores y otras 450 mil a sus familias– fue saludada por los obispos mexicanos como el primer paso hacia una reforma integral de los inmigrantes en la Unión Americana.
La petición estaba en sintonía con las propuestas de la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos desde hace un año, cuando lanzó una campaña para presionar a los legisladores y abogar por el reconocimiento de los derechos humanos así como la contribución a la economía más grande del mundo.
«Sabemos que esta determinación deberá ser conciliada con la reforma aprobada por la Cámara de Representantes, que rechazó muchas de las propuestas que beneficiarían a millones de personas que se encuentran en situación irregular en el vecino país, por lo que reconocemos que todavía resta un largo camino», dijeron en un comunicado los obispos de México.
En efecto, todavía tiene que reunirse la Conferencia bicameral para que las enmiendas a la ley de inmigración propuestas por el Senado se armonicen con las duras propuestas de la Cámara de los Representantes, quienes en noviembre pasado votaron a favor de una iniciativa de ley (llamada «ley Sensenbrenner») en la que se criminalizaba la inmigración y la ayuda humanitaria a los ilegales de organizaciones tales como la Iglesia católica.
La propuesta del Senado legalizaría 80 por ciento de los cerca de 12 millones de indocumentados (entre diez y once millones de origen mexicano) que trabajan de forma ilegal en Estados Unidos. Según el senador demócrata Edward Kennedy, se trata de la reforma migratoria más ambiciosa e importante de la historia de Estados Unidos y, probablemente, del mundo.
El presidente de México, Vicente Fox, de gira por tres estados de la Unión Americana, festejó el anuncio del Senado y dijo al primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, que este acuerdo podría ser el marco de un gran acuerdo migratoria europeo. Blair se encontraba de visita en la Casa Blanca, junto con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Este último, en un desayuno hace dos meses, con los obispos católicos de su país, reconoció el papel de la Iglesia católica en la defensa y la promoción de la dignidad de la persona humana de parte de la Iglesia católica en Estados Unidos, país que representa ya la tercera población católica más grande del mundo, con un fuerte componente hispano.
Por su parte, los obispos mexicanos instaron al gobierno que encabeza el presidente Fox a no «perder de vista nuestra responsabilidad por sacar adelante las reformas estructurales para que los mexicanos encuentren en nuestro país las condiciones básicas para vivir dignamente en cualquier profesión que elijan».
Dentro del proceso electoral hacia las elecciones presidenciales del próximo 2 de julio de 2006, dijeron los obispos agrupados en la CEM, «nuestros candidatos deben presentar planes concretos a corto, mediano y largo plazo para solucionar esta situación».
«Oramos para que los trabajos de los legisladores estadounidenses hagan eco de las voces que se han manifestado por una reforma migratoria más justa, que dé como resultado un sistema migratorio más ordenado y reconozca la realidad de la migración promoviendo la justa aplicación de la ley civil», concluyeron diciendo los obispos mexicanos en su comunicado.