La Iglesia demuestra en Zambia que se puede acabar con el sida

KÖNIGSTEIN, lunes, 29 mayo 2006 (ZENIT.org).- Según un sacerdote católico comprometido en la asistencia sanitaria, la Iglesia católica ha ayudado a Zambia a avanzar en la lucha contra el sida, y eso gracias a la enseñanza de su Magisterio.

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«Mientras tanto, el Gobierno ha hecho demasiado poco y demasiado tarde», ha explicado el padre Alick Mbanda, canciller de la Diócesis de Ndola, en una visita a la sede internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).

También explicó cómo los programas católicos para combatir el sida han sido vitales a la hora de alcanzar el tan esperada caída del número de infectados por el virus del sida.

En Zambia, el sida alcanza dimensiones de epidemia, pues se estima que hay 1,2 millones de personas infectadas en una población de unos 11 millones.

El padre Mbanda describió cómo la Iglesia ha solucionado la crisis distribuyendo medicación contra el virus y promoviendo con éxito la abstinencia mediante la integración del tema del sida en los programas de catequesis. Con la ayuda de una floreciente comunidad de líderes laicos, la Iglesia ha elaborado programas de catequesis para la juventud, en los que se aborda el riesgo del VIH, sobre todo, en relación con las relaciones sexuales promiscuas.

Los líderes eclesiales animan a la gente que se quiere casar a hacerse primero la prueba del sida, y para las víctimas, los obispos están diseñando un plan para una especie de granja, un centro donde puedan alojarse, recibir asistencia social y medicación.

«Finalmente, hemos empezado a vislumbrar un pequeño progreso», comentó el padre Mbanda. «El número de personas infectadas no se ha incrementado, y gracias a la campaña que estamos llevando a cabo para solucionar el problema, las cifras por fin están cayendo».

El padre Mbanda recalcó la importancia de la oposición de los obispos zambianos a los métodos anticonceptivos y la insistencia en la abstinencia: «Hay algunas ONG que dicen que la gente debería utilizar preservativos, pero el problema es que con los preservativos se da vía libre a la promiscuidad. De hecho, empeora el problema».

El sacerdote también incidió en la importancia de la fe en acción: «No podemos limitarnos a predicar el Evangelio y hablar sobre la Misa sin vivirlos. Vivir el Evangelio y predicarlo resulta difícil si no conectamos con los problemas de nuestros tiempos».

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ZENIT Staff

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