NUEVA YORK, lunes, 15 mayo 2006 (ZENIT.org).- «Las buenas políticas ambientales son por extensión también buenas políticas para las personas», afirmó el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, al abogar a favor de una «ecología humana».
En su intervención el pasado 11 de mayo ante el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) en Nueva York, en la 14 sesión de la Comisión sobre Desarrollo Sostenible, el arzobispo afirmó que «sólo la integración de los aspectos ambiental y de desarrollo, al diseñar políticas, y un empeñado seguimiento político, llevarán al mejoramiento de los estándares de vida para todos, asegurando al mismo tiempo el futuro ambiental de nuestro mundo».
Tras denunciar la «irracional destrucción del ambiente natural», afirmó que se ha producido últimamente la destrucción «todavía más grave del ambiente humano».
«Aunque la gente se preocupe justamente de preservar los entornos naturales --indicó el arzobispo--, se ha realizado un esfuerzo demasiado exiguo para salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana», que ponga a la persona humana «en el centro de las preocupaciones ambientales, promoviendo simultáneamente un urgente sentido de responsabilidad humana hacia la Tierra, a nivel estatal, comercial e individual».
Señalando los problemas más críticos a nivel mundial, el prelado recordó en primer lugar el del agua.
«Dentro de veinte años, las reservas de agua por persona serán un tercio de las que había en 1950, y en 2025, un tercio de los países tendrá niveles dramáticamente bajos de agua --denunció--. Incluso hoy, 34.000 personas mueren cada día por falta de agua limpia: 1.500 millones de personas no tienen acceso al agua limpia, una cifra que podría llegar a los tres mil millones en 2025».
Si «ésta es ya una crisis humanitaria y ambiental, así como una cuestión de justicia social», «animar al cambio en la tendencia del consumo y en el aumento del acceso a las infraestructuras hídricas y a los servicios higiénico, es también una cuestión de sentido común, siendo además muy atrayentes desde el punto de vista de las inversiones sociales».
Relacionada con este problema está otra cuestión esencial, la de la seguridad alimentaria.
«En los últimos tres años, se ha dado un aumento de personas con hambre aunque, en términos globales, la situación general parece haber mejorado», recordó el observador vaticano.
«Hay pocas dudas acerca del hecho de que el cambio de las condiciones climáticas ha tenido un impacto sobre esto. No podemos seguir fingiendo como si la actividad humana no tuviera repercusión alguna sobre estos problemas», añadió.
Según el arzobispo Migliore, la energía es un elemento fundamental para lograr los objetivos del desarrollo sostenible.
«Con más de 1.600 millones de personas que no tienen todavía acceso a la electricidad en el mundo y 2.400 que usan la biomasa tradicional, mejorar el acceso a servicios energéticos fiables, abordables y sostenibles, desde el punto de vista ambiental es un desafío fundamental para erradicar la pobreza y lograr los Objetivos del Milenio».
El representante vaticano en la ONU recordó también la «urgente necesidad de transformar los sistemas de energía global», subrayando que, el desarrollo de las fuentes renovables «sigue siendo una necesidad humana, ecológica, económica y estratégica, y debería tener la prioridad en los proyectos de investigación con fondos públicos».
En esta situación, subrayó, «la conciliación entre las preocupaciones ambientales y de desarrollo, y las políticas industriales, llevará seguramente a un futuro más seguro y próspero para todos».
«Ningún país puede lograr este objetivo por sí solo pero los estados miembros, trabajando juntos, pueden y deben hacerlo, si se quieren asegurar tendencias sostenibles en estos sectores esenciales para nuestro futuro común», concluyó.
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May 15, 2006 00:00