CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 7 mayo 2006 (ZENIT.org).- Al celebrar una misa en el quinto centenario de la fundación de la Guardia Suiza Pontificia, Benedicto XVI invitó a los miembros de este cuerpo de seguridad del Papa a «continuar con valentía y fidelidad» en su misión.

Fue la exhortación que pronunció durante la homilía de la celebración culminante de este aniversario, que tuvo lugar en la mañana de este sábado, para recordar la llegada a Roma hace quinientos años de los primeros 150 guardias suizos por petición del Papa Julio II.

La fecha escogida para esta eucaristía fue el 6 de mayo, en recuerdo de ese mismo día de 1527, en el que la Ciudad Eterna fue invadida y saqueada y 147 guardias suizos fueron asesinados defendiendo al Papa Clemente VII.

Con este encuentro, según reconoció el mismo Benedicto XVI, buscaba «rendir honor al Cuerpo de los Guardias Suizos que, desde entonces, siempre fue reconfirmado en su misión, incluso en 1970, cuando el siervo de Dios Pablo VI disolvió todos los demás cuerpos militares del Vaticano».

En esta ocasión, los guardias suizos de todas las generaciones en vida estaban sentados entre los bancos de la Basílica de San Pedro, y ellos mismo leyeron las lecturas.

Las primeras filas eran ocupadas por las autoridades suizas que no quisieron perderse esta ceremonia, entre quienes se encontraba Moritz Leuenberger, presidente de la Confederación Helvética, que más tarde fue recibido en audiencia por el Papa.

En su homilía, pronunciada en italiano, francés y alemán, idiomas de estos soldados, recordó «con complacencia», que algunos de estos guardias, tras cumplir su servicio han abrazado la vida sacerdotal o religiosa.

Asimismo constató que «para todos, ser guardia suizo significa adherir sin reservas a Cristo y a la Iglesia, estar dispuesto a dar la vida. El servicio efectivo puede terminar, pero por dentro siempre se es guardia suizo».

Esto es lo que testimoniaron unos 80 antiguos guardias suizos que del 7 de abril al 4 de mayo recorrieron a pie más de 700 kilómetros para peregrinar desde Suiza a Roma.

El Papa concluyó haciéndose «portavoz» del agradecimiento de los pontífices «a quienes en el transcurso de los siglos ha servido fielmente vuestro Cuerpo».

Y, «mirando al futuro, os invito a seguir adelante "acriter et fideliter", con valentía y fidelidad», exhortó.

En la tarde de ese mismo sábado, pronunciaron su juramento los 33 nuevos reclutas de la Guardia Suiza. En esta ocasión, de manera totalmente excepcional, la sugerente ceremonia tuvo lugar en la plaza de San Pedro del Vaticano.

El juramento que cada uno de los suizos pronunció en sus respectivos idiomas decía así: «Juro servir fiel, leal y honrosamente al sumo pontífice Benedicto XVI y a sus legítimos sucesores, así como dedicarme a ellos con todas las fuerzas, sacrificando, si es necesario, incluso la vida por su defensa».