CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 2 junio 2006 (ZENIT.org).- Ante el generalizado proceso de secularización, Benedicto XVI impulsó este vienes la contribución decisiva que están llamados a ofrecer los medios de comunicación católicos.
Recibieron sus palabras de aliento los 1.200 directivos, periodistas y técnicos del diario «Avvenire», del canal de televisión «Sat2000», de la cadena de estaciones de radio «InBlu» y de la agencia SIR, medios de comunicación promovidos por la Conferencia Episcopal Italiana.
Las «relaciones entre fe y cultura, tal y como se han desarrollado en las últimas décadas» se convirtieron en el tema que quiso exponer el Santo Padre a los comunicadores, en el discurso que pronunció en respuesta a las palabras que le dirigió Dino Boffo, director de «Avvenire» y de «Sat2000».
«La cultura europea, como sabéis, se formó a través de los siglos con la contribución del cristianismo –comenzó recordando el Papa–. Después, a partir de la Ilustración, la cultura occidental se ha ido alejando de sus fundamentos cristianos con una velocidad cada vez mayor».
En el período reciente, siguió evocando, «la disolución de la familia y del matrimonio, los atentados contra la vida humana y contra su dignidad, la reducción de la fe a una experiencia subjetiva y la consiguiente secularización de la conciencia pública, nos muestran con dramática claridad las consecuencias de este alejamiento».
En este contexto, alentó a los comunicadores católicos a inspirarse en el Evangelio para poder ejercer el discernimiento continuo que exige su trabajo.
En particular, les pidió «apoyar y promover las nuevas experiencias cristianas que están naciendo y ayudarles a alcanzar una conciencia cada vez más clara de sus raíces eclesiales y del papel que pueden desempeñar en la sociedad y en la cultura».
El Papa animó a los comunicadores a cumplir su trabajo prestando atención a «los problemas, a las necesidades y a las esperanzas» del pueblo al que se dirigen.
«La fe cristiana está abierta a todo lo que hay de «verdadero, noble, justo, amable, honrado» en la cultura de los pueblos, como enseñaba el apóstol Pablo a los Filipenses (Cf. 4, 8)», explicó.
Para que su mensaje sea creíble, invitó a los comunicadores católicos a dar «un testimonio luminoso de profunda vida cristiana, permaneciendo para ello siempre tenazmente unidos a Cristo para poder mirar al mundo con sus mismos ojos».
«Experimentad la felicidad de pertenecer a la Iglesia y de introducir en el gran circuito de la comunicación su voz y sus razones», les aconsejó.
«No os canséis de construir puentes de comprensión y comunicación entre la experiencia eclesial y la opinión pública», concluyó.