El padre Jamil Nissan casi perdió la vida cuando la bomba atravesó un muro de la iglesia de la Ascensión, en el este de Bagdad, hace unos 10 días.

La iglesia sufrió graves desperfectos, pero no hubo heridos. Cuando la noticia se extendió, los fieles acudieron a la iglesia y permanecieron con el sacerdote hasta el día siguiente, intentando calmarlo.

En su reciente informe dirigido a Ayuda a la Iglesia Necesitada sobre el ataque, el obispo Abouna elogia el valor y la fe de su gente en estos tiempos «desesperados y muy tensos».

El prelado afirma que cuenta con que, en cualquier momento, ocurran más ataques de este tipo. «Evidentemente, los cristianos están asustados», señala, «pero en ellos hay algo más fuerte que el miedo: la fe. Cuando la gente supo del ataque a la iglesia, llamaron por teléfono al párroco. Sabían que el sacerdote estaba solo y que, como ser humano, tenía que estar muy atemorizado, por lo que decidieron permanecer con él».

Según explica monseñor Abouna, nadie ha asumido la autoría del ataque, pero él está convencido de que el atentado iba dirigido deliberadamente contra la comunidad cristiana.

El obispo indica que el incidente forma parte de una espiral de violencia que va en aumento, y que el Gobierno está intentado frenarla con toques de queda «muy estrictos». «La gente está desesperada», dice. «Llevan tres años esperando la paz, y esto es algo que les entristece profundamente, porque presienten que no hay solución para ellos».

Y añade: «No entendemos por qué las iglesias son sus objetivos. Son lugares de paz y oración, donde los cristianos se reúnen y son felices, nada más».

Monseñor Abouna refuta los informes que aseguran que los cristianos son atacados por su supuesta simpatía con los denominados «cruzados»: «Aquí, la gente entiende que somos cristianos, y saben que esto no significa que seamos lo mismo que Occidente».