CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 15 junio 2006 (ZENIT.org).- Lo que preocupa a la Iglesia «es una cierta concepción cientificista y materialista de la bioética», que niega la existencia de límites, según explica el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia.
El purpurado ha expuesto en una entrevista publicada por el diario italiano «La Repubblica» (14 de junio de 2006) el documento que publicó el 6 de junio pasado ese dicasterio vaticano con el título «Familia y procreación humana».
«El impacto suscitado por el texto es positivo. Se ha hablado mucho, no sólo en Italia. No sólo ha habido críticas, sino también muchos apoyos», ha afirmado el cardenal colombiano.
El documento se ha publicado con motivo de los 25 años del Consejo Pontificio para la Familia y en el marco de la prelación del Encuentro Mundial de las Familias con el Papa que tendrá lugar en Valencia del 1 al 9 de julio.
«El texto recuerda que la familia y la fecundación son dones del Señor y no “productos” de la ciencia y de la técnica– explica–. Sin esta verdad se da el riesgo de envilecer la doctrina de la Iglesia que quiere que en la procreación todo parta del amor conyugal entre un hombre y una mujer».
Sobre la investigación, el cardenal recomienda «prudencia», «especialmente por lo que se refiere a los embriones y a la congelación de los gametos. Pero lo que más preocupa a la Iglesia es sobre todo una cierta concepción cientificista y materialista de la bioética y, por tanto, de la vida», ha confesado el purpurado.
«Está bien la investigación científica, pero no hay que olvidar los límites necesarios que no pueden superarse», ha comentado.
La esperanza del cardenal es que con este documento se perciba con claridad la verdad sobre el ser humano presentada por la Iglesia, «que procede del proyecto de Dios», en ningún caso, añade, la Iglesia se mete en política partidista.
«La Iglesia habla al mundo, no sólo mira a [Romano] Prodi [primer ministro de Italia] o a [José Luis Rodríguez] Zapatero [primer ministro español] –concluye–. Quiere dialogar con todos, pero sin cambiarse a sí misma, y siempre por el bien del ser humano».