El auténtico sentido de las vacaciones, según el predicador del Papa

El padre Raniero Cantalamessa O.F.M.Cap.

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ROMA, lunes, 19 junio 2006 (ZENIT.org).- Dios también enseña la necesidad del descanso, cuyo sentido el predicador del Papa propone rescatar en el inicio de las vacaciones, «un don que se le da al hombre para descubrir algo».

La palabra reposo «quiere decir posar, hacer una pausa, y también depositar, dejar que se deposite todo aquello que en nuestra actividad, en nuestra vida, frecuentemente se convierte en una polvareda interior que impide ver claramente el sentido de la vida», explicó el padre Raniero Cantalamessa O.F.M.Cap. en los micrófonos de «Radio Vaticana».

Y recordó la Creación: «Dios el séptimo día descansó». «Evidentemente Él no lo necesitaba –puntualizó–, pero teníamos necesidad nosotros de su enseñanza respecto a que hay que reposar».

En su repaso por el sentido originario de los términos relativos al descanso, el predicador de la Casa Pontificia aludió también a «la palabra vacaciones»: «viene del latín vacare, que quería decir abstenerse de las actividades normales para concentrarse en algo diferente».

También presente en un salmo bíblico (vacate et videte quia Dominus ego sum), el término orienta a «tomar una vacación, dejar todas nuestras actividades para darnos cuenta de lo más importante que existe en el mundo, o sea, que existe Dios».

Y es que la vacación «es todo lo contrario a una fuga; no quiere decir alienarse, distraerse», sino que por sí «quiere decir concentrarse en algo, abstenerse de las demás actividades para concentrarse en lo fundamental, en aquél famoso “una sola cosa es necesaria”», subrayó.

«Tal vez el sentido más bello de las vacaciones sería precisamente retomar un contacto íntimo, profundo, con la raíz de nuestro ser, que es Dios», apuntó el padre Cantalamessa.

Incluso el término latino feriae («días de fiesta») –«que ya se ha convertido en sinónimo de días de vacaciones, de distracción, de mar, frecuentemente también de fracaso y de estruendo»–, «significa días dedicados al culto divino», recordó.

«Éste era el sentido adoptado por los antiguos romanos y éste es el sentido que tienen también hoy, en el lenguaje litúrgico –señaló el predicar del Papa–, en el que se habla de feria I, de feria II, o sea, día dedicado al Señor».

En este contexto considera que «las vacaciones deberían ser, en el curso del año, precisamente estos días en que, a través de la contemplación de la naturaleza, la lectura de la Palabra de Dios, permiten entrar un poco dentro de sí, en uno mismo, retomar contacto con las motivaciones profunda de la vida».

«Me parece significativo –reconoció– que la palabra con la que se indica todo este tiempo en el curso del año en lengua inglesa sea holydays, que quiere decir “días santos”, días que hay que dedicar a la santidad».

«He insistido un poco en este sentido de las palabras porque todas nos permiten ver cómo en el origen de esta actividad del hombre que es la vacación, la feria, el reposo, etc., hay algo profundamente distinto del sentimiento actual que entiende la vacación como tiempo para distraerse, aturdirse, hacer cosas raras», aclaró el padre Cantalamessa.

«No es que las vacaciones no deban servir también para divertirse, para distraerse, pero son un don hecho al hombre para descubrir algo; no es un tiempo para perder, para quemar, sino un tiempo para valorar al máximo», concluyó.

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ZENIT Staff

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