NUEVA YORK, martes, 12 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que envió, en nombre de Benedicto XVI, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, al acto de oración con motivo de la inauguración de la sexagésimo primera sesión de la asamblea general de las Naciones Unidas, en la iglesia de la Sagrada Familia de Nueva York, este 11 de septiembre, con la participación de Kofi Annan, secretario general de la ONU, y de la embajadora de Bahrein, Haya Rashed Al Khalifa, nueva presidenta de la asamblea general.
El texto fue presentado por el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente ante la ONU, con estas palabras.
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Señor secretario general y señora Annan,
Señora presidenta de la asamblea general,
obispo Gerald Walsh,
Excelencias, queridos amigos:
Con mucho gusto les doy la bienvenida a todos ustedes en este acto de oración anual con motivo de la inauguración de la sexagésimo primera sesión de la asamblea general de las Naciones Unidas. Quisiera expresar mi reconocimiento y mi sincero agradecimiento a Su Eminencia el cardenal Egan, quien se está recuperando de una reciente operación en la rodilla, por habernos enviado a su representante, el obispo Walsh. Gracias al padre Robert Robbins, pastor de esta parroquia, por su cálida hospitalidad y por abrirnos las puertas de esta bella iglesia con motivo de este acto de oración.
Me complace reconocer la presencia de su excelencia, el secretario general, el señor Kofi Annan y de sus esposa, así como de su excelencia la señora Haya Rashed, presidente de la actual sesión de la asamblea general.
Señor secretario general, usted ha participado asiduamente durante su largo y fecundo mandato en este acto anual de oración. Es bello y simbólico unirnos con usted con la oración y reconocer públicamente el privilegio que Dios nos ha confiado de trabajar por el bien de la familia de las naciones.
Embajadora Al Khalifa, en el momento en el que usted asume sus nuevas funciones, rezamos con usted y por usted para que el Todopoderoso le apoye en su compromiso por servir a los miembros de las Naciones Unidas.
Me complace el reconocer en particular la presencia entre nosotros en esta noche de representantes de Estados miembros, así como de comunidades religiosas cristianas y no cristianas.
Aplaudimos todos los esfuerzos realizados para consolidar la capacidad, mecanismos de trabajo, y las instituciones de la ONU y, por encima de todo, su voluntad de estar junto a los pueblos del mundo y de poner sus recursos a su servicio. Ahora bien, para que estos medios e instrumentos sean verdaderamente efectivos se requiere algo más: se requieren mentes y corazones de personas, junto a una firme voluntad política, que los hagan fecundos. Este es el motivo por el que nos recogemos en oración esta noche. La oración se dirige a Dios. En ella, le planteamos cuestiones y, en consecuencia, en la oración también nos planteamos cuestiones a nosotros mismos.
Veo con mucho gusto entre los presentes los rostros de muchos amigos y conocidos, ciudadanos estadounidenses y visitantes que no tienen una relación particular con la ONU. Con algunos de ellos me he encontrado recientemente y me han dicho: «también nosotros queremos venir a rezar, porque creemos en las Naciones Unidas, creemos que es un instrumento para la paz, y queremos que Dios cambie nuestros corazones para que todos nosotros trabajemos apasionadamente por el bien de la humanidad».
Al recogernos juntos en oración esta noche, no podemos dejar de recordar los tristes acontecimientos del 11 de septiembre de hace cinco años. Que las conmemoraciones que tienen lugar hoy a través del país sea un estímulo para pedir a Dios que cambie los corazones.
En este momento, quiero compartir con ustedes el mensaje que Su Santidad Benedicto XVI ha enviado en esta ocasión a través del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado. Dice así:
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Su Santidad el Papa Benedicto XVI envía sus cordiales saludos a todos los que se encuentran reunidos con motivo del anual acto de oración en vísperas de la sexagésimo primera sesión de la asamblea general de las Naciones Unidas.
Reconociendo el progreso realizado en este último año a favor de una presencia y una actividad más efectiva de la Organización de las Naciones Unidas en las áreas de la salvaguarda de la paz y de la protección de los derechos humanos fundamentales, Su Santidad espera que la revisión emprendida de las estructuras de la organización con motivo del sexagésimo aniversario de su fundación traiga un mayor compromiso práctico para salir al paso de las necesidades y aspiraciones de los pueblos del mundo en vías de desarrollo.
En el programado diálogo sobre migración internacional y desarrollo y cuando nos encontramos a mitad de camino del proceso de revisión del programa de acción por los países menos desarrollados, Su Santidad ve una oportunidad significativa para dar pasos realistas y responsables que sirvan para afrontar dos de las cuestiones más serias a nivel político y ético que tiene que afrontar la comunidad internacional en estos momentos.
Confiando en que Dios Todopoderoso confiera a todos los asociados al trabajo de la sesión entrante la sabiduría, la perseverancia y la visión moral necesaria para afrontar estas apremiantes cuestiones, el Santo Padre reza para que sean apoyados en sus esfuerzos por construir un futuro de justicia, liberad y paz para toda la familia humana.
Cardenal Angelo Sodano
Secretario de Estado
[Traducción del original inglés realizada por Zenit]