La Conferencia Episcopal de Chile invitó a dar una mirada más amable y humanizante a las situaciones que viven miles de personas afectadas por el problema de la droga, y demandó para ellos propuestas de solución centradas en sus condiciones de exclusión, de calidad de vida y en la falta de oportunidades de crecimiento.

El llamado lo hizo este lunes el Presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic, al inaugurar el «IV Encuentro de expertos sobre farmacodependencias e inclusión social», organizado por la Pastoral Nacional de Alcohol y Drogas. En la oportunidad el Obispo de Rancagua dio a conocer un Mensaje que el Comité Permanente del Episcopado le encomendó especialmente dirigir a todos los cristianos y personas de buena voluntad en nuestra patria.

En el mensaje que lleva por título «Hacia un Bicentenario libre del flagelo de la droga», los obispos constatan que el problema del abuso en las drogas se expresa con más fuerza que antes en mujeres y niños que deambulan y viven en las calles.

«Algunas poblaciones viven todas las noches el constante ir y venir de sus jóvenes en busca de la pasta base, de cocaína o a la espera de que alguien le regale una moneda para comprar su sueño. Con frecuencia estas personas o sus familias acuden a nuestras parroquias a pedir ayuda para salir de su adicción. La “perversa droga” se está llevando especialmente a muchos de nuestros jóvenes», denunció monseñor Goic.

Agregó que tratar a los adictos como enfermos o como delincuentes no da cuenta de las verdaderas causas del problema. Para el Episcopado, la confianza es la piedra angular para el proceso de rehabilitación y la reinserción social, y una adecuada prevención exige atender a todas las personas en sus derechos y necesidades básicas desde la infancia hasta la vejez.

Monseñor Goic aclaró que este desafío debe traducirse en educación de calidad, oportunidades de trabajo y viviendas dignas, alimento y abrigo. También en el apoyo a todas las iniciativas que promuevan el fortalecimiento de las familias como primeras formadoras de los hijos, y en la creación y recuperación de ambientes comunitarios atractivos, creativos y promotores de actitudes críticas y autónomas, a través de barrios amables donde, en un clima de confianza, se pueda compartir la vida y se abran espacios de participación.

Para los pastores, el drama de las drogas es un reto, un gran desafío que no admite vacilaciones. «O se está por una vida sin drogas, por una relación social sin dependencias y un abordaje social y comunitario del tema, asentado en el valor central de la dignidad humana, o terminaremos construyendo más cárceles y permitiendo la evasión de la realidad y las respuestas fáciles para situaciones mucho más profundas», concluyó diciendo monseñor Alejandro Goic.

Puede leerse el texto del mensaje en la página web http://documentos.iglesia.cl/documento.php?id=2451