Cardenal Glemp: condena a los servicios secretos comunistas polacos en el caso Wielgus

VARSOVIA/CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 11 enero 2007 (ZENIT.org).- Dura condena del primado polaco –el cardenal Jozef Glemp-: no sólo a la situación creada por los servicios comunistas en Polonia, sino también al trato que parte de los medios de comunicación y de la opinión pública han dado al arzobispo Stanislaw Wielgus.

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El pasado domingo Benedicto XVI aceptó la dimisión de monseñor Wielgus -después de que éste reconoció que colaboró con los servicios secretos comunistas de Polonia-; era el día en que el prelado polaco debería haber inaugurado su ministerio pastoral como arzobispo de Varsovia (Zenit, 7 enero 2007).

La Eucaristía la presidió entonces el cardenal Jozef Glemp –administrador apostólico de Varsovia-, cuya homilía trazó una fuerte acusación a los servicios comunistas de su país. Al lado del purpurado, durante la Misa, lloraba monseñor Wielgus.

En un primer momento este prelado había rechazado las acusaciones lanzadas por el semanario «Gazeta Polska» sobre su presunta colaboración con la «Sluzba Bezpieczenstwà» [servicios secretos comunistas de Polonia] desde finales de los ‘60 hasta 1990. Posteriormente admitió su implicación al respecto (Zenit, 6 enero 2007).

Ofrecemos a continuación los pasajes más significativos de la homilía el cardenal Glemp.

* * *

Este domingo recibe el nombre del domingo del Bautismo del Señor. Con él concluye el Tiempo de Navidad y comienza el ciclo litúrgico de las Santas Misas y de las liturgias que hablan de las actividades de Jesucristo para la formación de la Iglesia durante su existencia terrena. Pero este domingo también se llama el domingo del Siervo de Dios […].

El prelado Wielgus se puede incluir entre las personas que percibimos como siervos del Señor. ¡Sí! El arzobispo Wielgus es un siervo de Dios. En su vida tuvo que afrontar situaciones difíciles, pero estas peripecias sirven para formar al hombre dando la posibilidad de entender mejor nuestra dependencia de Dios y, al mismo tiempo, ver mejor el mal.

Del curriculum vitae del arzobispo Wielgus sabemos que ama mucho la ciencia, especialmente la teología, la ciencia de la Iglesia. Y en el campo de la teología lograba tales resultados como para llamar la atención de los servicios secretos del Estado comunista. ¿Qué eran los servicios secretos? Era una organización, una institución de la República Popular Polaca, que vigilaba el «correcto carácter» de los ciudadanos.

Se afanaba para que no hubiera demasiada burguesía, demasiadas desviaciones ideológicas, demasiada devoción religiosa, en resumen, intentaba formar a la gente según el modelo marxista-leninista impuesto. Era una grandísima organización que penetraba en toda la sociedad, sobre todo en el clero, que era percibido como el ambiente más independiente y patriótico.

La ideología comunista, como una apisonadora, pasaba a través de las conciencias de los polacos para aplanar todo al nivel del socialismo. En Polonia aquella apisonadora no era tan dura como en otros Estados comunistas, pero actuaba por todas partes y alcanzaba especialmente a las personas más sabias e inteligentes, a quienes quería someter.

Lamentablemente hoy ya no se conocen, más que por los relatos, los métodos de actuación y las estrategias de los servicios secretos. El arzobispo Wielgus acabó en este ciclón porque era un sacerdote diligente. Un sacerdote diligente no gustaba, por ello recibía reproches. Hoy con demasiada ligereza se puede decir que se involucró en estos asuntos, pero no sabemos cuál presión se ejercía sobre él, qué métodos se utilizaron para obligarle a firmar un acta, cosa legalmente no válida por ejecutarse bajo amenazas e intimidaciones. Así que hoy se habla sólo de un hecho sin pensar en las circunstancias. Además no sabemos de qué manera los servicios secretos se libraron del siervo para ellos inútil. Sobre esto los documentos no dicen nada.

Actualmente se ha expresado un juicio sobre la persona del arzobispo Wielgus. Pero qué tipo de juicio es, si está fundado en algunos pedazos de papel y documentos copiados tres veces. ¡Nosotros no queremos tales juicios ni tales tribunales! Si contra alguna persona existen acusaciones, hay que formularlas y dar al interesado la posibilidad de defenderse. Pero ante todo debe haber defensores, testigos, documentos sometidos a la verificación de su autenticidad.

En el caso del arzobispo Wielgus ha faltado este procedimiento. ¡El juicio sobre él no ha sido emitido por tribunal alguno! El prelado Wielgus fue obligado a colaborar bajo amenazas y ataques verbales. ¿Por qué entonces su perseguidor no testifica hoy? Se puede calcular que existen decenas de miles de miembros de los antiguos servicios secretos, que ahora tienen buenos empleos. Por qué hoy ninguno de ellos es invitado a testificar. […]

Actualmente, frente a casos como estos, es difícil creer en la seriedad del IPN (Instituto de la Memoria Nacional, donde se conservan los archivos de los servicios secretos. Ndr.). El material recogido y preparado por los servicios comunistas no puede ser un oráculo, no puede y no debe ser la única fuente de las informaciones sobre los ciudadanos. Esto sería demasiado superficial y deshonesto.

Hermanos y hermanas: la Iglesia, para valorar si alguno es verdaderamente siervo de Dios, no se basa sólo en el pasado cristalino. El pasado pertenece también a Dios, que puede perdonar y dar la absolución al penitente. Esto se refiere no sólo a los sacerdotes, sino a todos indistintamente.

Hablando en general, se puede decir que Dios, en su estrategia de la llamada de Sus siervos, utiliza criterios diferentes a los nuestros y busca otras cualidades en los hombres. Deseo recordar un suceso que ilustra este tipo de llamada. Jesús eligió a Pedro como cabeza de su Iglesia y del colegio de los Apóstoles. Pero San Pedro no fue una persona sin mancha, al contrario: su vida estuvo caracterizada por debilidades e incertidumbres; fue además un mal consejero. Así es que San Pedro renegó del Señor Jesús. Pero después lloró y el Señor le hizo una pregunta: «Pedro, ¿tú me amas?». Jesús le concedió el nombramiento de pastor supremo de Sus «ovejas» cuando oyó la respuesta de Pedro: «Te amo. Tú sabes que te amo». ¡He aquí el criterio!

Hermanos y hermanas: la Iglesia se concibe como Cuerpo Místico de Cristo, si bien existe su dimensión terrena. Nosotros somos sus miembros vivos a través de los cuales pasa la gracia, y la gracia es la inmensidad de la bondad de Dios. Nosotros somos los sacerdotes venidos desde el pueblo y estamos hechos como el pueblo. Pero nosotros somos llamados para servir al pueblo a través de Cristo. Por esto nos adherimos estrechamente a Cristo en los momentos difíciles. Es fácil «apacentar a las ovejas» cuando te escuchan, pero es distinto cuando sienten una cierta aversión. Aunque los principios son siempre los mismos, especialmente el principio de la caridad. Cuanto más amemos a Cristo y más enseñemos Su caridad, mejores sacerdotes y pastores seremos.

[Traducción del original polaco realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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