SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, lunes, 29 enero 2007 (ZENIT.org–El Observador).- Ante la insistencia de algunos medios informativos, según los cuales, la diócesis de San Cristóbal de las Casas admitiría la posibilidad de ordenar sacerdotes a indígenas casados, su obispo, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ha salido al paso, explicando tanto la intención de la carta del Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el cardenal Francis Arinze, como la convicción que el prelado tiene de obedecer las indicaciones del Vaticano.
«Algunos medios informativos han difundido una carta que, desde septiembre pasado, me escribió el cardenal Francis Arinze, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y que acaba de publicar su revista oficial, “Notitiae”», revela el pastor de esta diócesis del sureño Estado de Chiapas, en México.
«En ella me transmite la palabra de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre el No. 58 de nuestro Plan Diocesano de Pastoral y sobre el Directorio para el Diaconado Permanente, que deben ser corregidos, pues contienen “graves ambigüedades doctrinales y pastorales»», escribe el obispo Arizmendi, en un comunicado hecho público a través de la página de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
La agencia de noticias Notimex difundió entre sus servicios informativos una nota en la que afirmaba que: «el Vaticano canceló por ‘inadmisible’ parte del plan pastoral de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el cual prevé la apertura a la ordenación sacerdotal de indígenas casados».
«¿En verdad alentamos la posibilidad de ordenar como sacerdotes a diáconos permanentes casados?», se pregunta monseñor Arizmendi Esquivel, para, a continuación, dar una extensa explicación de este tema, que ya ha acarreado una buena cantidad de malos entendidos tanto en medios seculares como en medios de información católicos.
A este respecto, recuerda monseñor Arizmendi, «el 1 de octubre de 2005, en la Reunión Interdicasterial que tuvimos en Roma, en presencia de varios cardenales y obispos, me preguntaron sobre el número 58 de nuestro Plan, que decía en su versión original: ‘Iluminados por el Espíritu y guiados por el Magisterio de la Iglesia universal, escuchar con atención y discernir la solicitud de algunas comunidades para que diáconos indígenas casados puedan ser admitidos a la ordenación sacerdotal, previa formación conveniente, dispuestos a asumir en la fe la decisión de la Santa Sede’”».
La respuesta fue, según el obispo de San Cristóbal de las Casas, que «en esta primera redacción, nunca pensamos ordenar presbíteros a hombres casados».
El texto insistía, en opinión de monseñor Arizmendi Esquivel, en tres puntos: escuchar con atención la petición de algunas comunidades, que pedían dar ese paso; discernir tal solicitud, guiados por el Magisterio de la Iglesia universal y estar dispuestos a asumir en la fe la decisión de la Santa Sede.
La siguiente redacción del número 58 del Plan Diocesano de Pastoral de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, según su titular, no dejaba género de duda al respecto: «Escuchar con atención la solicitud que están haciendo algunas comunidades para que diáconos indígenas casados puedan ser admitidos a la ordenación sacerdotal, y ayudarles a discernir su petición, iluminados por el Espíritu Santo y guiados por el Magisterio de la Iglesia universal, advirtiendo con toda claridad que no hay esperanzas de que la Iglesia cambie su práctica, que viene del Evangelio y de la tradición de muchos siglos, y seguirá admitiendo al sacerdocio sólo a hombres célibes».
Como conclusión de este debate, monseñor Arizmendi Esquivel recalcó que «debe quedar muy claro, y lo repito con insistencia: no alentamos la expectativa “de un diaconado permanente orientado hacia el sacerdocio uxorado (casado)”. No promovemos el sacerdocio de diáconos casados».
«Escuchamos peticiones de algunos fieles en ese sentido, pero no alentamos tal esperanza –insiste–. Los diáconos permanentes son permanentemente diáconos, y no los encaminamos al presbiterado».
El comunicado del prelado termina agradeciendo a la Santa Sede su preocupación por atender a la diócesis de San Cristóbal de las Casas y anunciando la constante revisión «de algunos contenidos del Directorio Diocesano para el Diaconado Permanente, elaborado por mis antecesores, para que concuerde con los respectivos Directorios Nacional y Universal», así como el fortalecimiento de la pastoral vocacional y la plena comunión con la Santa Sede.