CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- Con la diplomacia, la Santa Sede no persigue intereses propios sino que busca el verdadero bien del hombre y de la humanidad, afirmó el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado vaticano.
La aclaración del purpurado resonó en el encuentro «Las representaciones diplomáticas de la Santa Sede: historia, investigaciones y actualidad», que tuvo lugar el 22 de febrero en el Instituto Luigi Sturzo de Roma.
En el encuentro se presentaron dos libros en italiano de Giuseppe De Marchi «Las nunciaturas apostólicas de 1800 a 1956» («Le Nunziature Apostoliche dal 1800 al 1956», reedición del libro publicado en 1957) y de monseñor Antonio G. Filipazzi «Representaciones y representantes pontificios de la segunda mitad del siglo XX» («Rappresentanze e Rappresentanti Pontifici dalla seconda metà del XX»), de la Librería Editorial Vaticana.
Son 177 los países con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas; 33 las organizaciones y organismos intergubernamentales en los que participa, incluida la ONU; 101 nuncios apostólicos en las diversas nunciaturas; 2 nuncios apostólicos a disposición de la Secretaría de Estado y el presidente de la Academia Pontificia Eclesiástica (la escuela de los futuros diplomáticos del Papa).
Además, la Santa Sede cuenta con 5 observadores permanentes no nuncios: ante la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) con sede en París; ante Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con sede en Roma; ante Consejo de Europa, ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y ante la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA) con sede en Viena; y ante la Organización Mundial del Turismo en Roma.
La diplomacia vaticana «contribuye con sus medios propios al diálogo y colaboración con la comunidad civil y sus autoridades, que debe servir al bien integral de la persona, que es al mismo tiempo ciudadano y miembro de la comunidad cristiana», dijo el cardenal Bertone.
«La diplomacia pontificia actúa en este sentido en los numerosos países que acogen una Representación pontificia y en el areópago de las organizaciones y de los encuentros internacionales», añadió.
«Vale de verdad la pena recordar que los intereses que la Iglesia y la Santa Sede persiguen no son ventajas propias: buscan sólo el verdadero bien del hombre y de la humanidad, porque saben, como recuerda san Ireneo, que ‘el hombre vivo es la gloria de Dios’».
La Iglesia, gracias a esta labor, desempeña también «su misión de enseñanza, santificación y guía de los bautizados», y promueve en todas partes «el derecho a la libertad religiosa que permite a cada persona buscar y encontrar libremente a quien es fuente de la vida».