La música como oración del obispo Hilarión Alfeev

Entrevista con el obispo ortodoxo ruso y compositor

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ROMA, martes, 6 marzo 2007 (ZENIT.org).- La música en la iglesia debería ser una senda hacia la oración más profunda y no una distracción, dice un obispo ortodoxo ruso y compositor.

El obispo Hilarión Alfeev de Viena y Austria es el representante de la Iglesia Ortodoxa Rusa de Moscú ante la Comunidad Europea.

Su última composición, «La Pasión según Mateo», será interpretada por primera vez en Moscú, el 27 de marzo, y en Roma el 29 de marzo. El concierto de Semana Santa busca promover la unidad cristiana, especialmente entre católicos y ortodoxos.

En esta entrevista con Zenit, el obispo Alfeev nacido en Lituania comenta su última composición, el papel central de la música en la liturgia ortodoxa, unidad cristiana y algunos pensamientos sobre el Papa Benedicto XVI.

–¿Cuándo recibió la inspiración de esta composición musical? ¿Por qué la Pasión según Mateo?

–Obispo Alfeev: La inspiración fue completamente inesperada cuando estaba conduciendo de Viena a Budapest el 19 de agosto de 2006, la fiesta de la Transfiguración, según el calendario juliano.

De repente, pensé que debería escribir una composición musical sobre la Pasión y que esta música debería estar basada en los textos de la liturgia ortodoxa de la Semana de Pasión.

El título, «La Pasión, según Mateo» también surgió inmediatamente y no tuve dudas de que usaría el relato de la Pasión de este evangelista. Eligiendo este título, buscaba declarar mi agradecimiento a J. S. Bach, cuya música ha sido siempre para mí una fuente de profunda inspiración.

En Budapest, celebré el servicio dedicado a San Esteban de Hungría el 20 de agosto y el 21 de agosto, viaje en coche hacia Viena. Estaba conduciendo, las primeras melodías empezaron a venir, y empecé a grabarlas en mi memoria. En cuanto llegué, empecé a trasladarlas al papel. Después trabajé muy duro durante unas tres semanas.

Cancelé uno o dos viajes internacionales, casi no respondía a las llamadas telefónicas y correos y no pude dormir durante noches, porque las melodías seguían viniendo a mi mente incluso a las tres de la mañana.

El 10 de septiembre, el volumen principal de trabajo estaba hecho. Dejé la música de lado por un par de meses, y después volví a ella otra vez para hacer revisiones y componer nuevos movimientos en lugar de algunos originales que decidí quitar.

En mi composición, se refleja la comprensión ortodoxa de la Pasión. Difiere de la comprensión característica del arte religioso occidental, donde el acento a menudo recae en la humanidad de Cristo en lugar de en su divinidad.

La tradición ortodoxa evita el naturalismo al pintar la Pasión: en los iconos ortodoxos de la crucifixión, a Jesús se le pinta muerto, no en agonía, y su muerte en la cruz es contemplada no como un momento de horror, sino un momento de gloria.

La misma actitud se refleja en los textos litúrgicos ortodoxos. Además, casi cada vez que estos textos mencionan la Pasión, también mencionan la Resurrección.

Estando basada en los textos litúrgicos ortodoxos e inspirada en el canto ortodoxo, mi música trata tanto de desesperanza como de esperanza; tanto de sufrimiento como de redención; tanto de muerte como de resurrección.

–¿Por qué el concierto será presentado en Roma tras presentarse en Moscú?

–Obispo Alfeev: No fue idea mía. Fue del director jefe del Coro de la Galería Estatal Tretyakov, Alexei Puzakov. Fue el primer músico que oyó mi música cuando la estaba componiendo. Se la toqué desde Viena y la escuchó a través del receptor telefónico.

Sugirió que debería ser interpretada no sólo en Moscú sino también en Roma, ya que la Semana de Pasión y Pascua coinciden este año en las mismas fechas para los católicos y ortodoxos.

En noviembre, mostré la partitura a Vladimir Fedoseev, y él muy amablemente aceptó dirigir la obra. Las fechas de ambos conciertos fueron elegidas por Fedoseev. De hecho eran las únicas fechas disponibles para la Gran Orquesta Sinfónica para este año.

–¿Si se encontrara con el Papa, que le diría?

–Obispo Alfeev: Le diría que, en mi opinión, ha llegado el momento para una más estrecha colaboración entre las Iglesias Católica y Ortodoxa.

No creo que la restauración de la plena comunión eucarística entre Este y Oeste después de casi un milenio de separación sea algo que vaya a suceder en un futuro predecible, y no pienso que los problemas teológicos que existen entre nosotros puedan ser fácilmente resueltos por la Comisión Teológica Conjunta.

Pero me parece que no deberíamos esperar a colaborar hasta que los problemas se hayan resuelto y la plena armonía haya sido lograda. Puede que no suceda nunca.

Debemos empezar una colaboración más estrecha aquí y ahora, sin ulteriores dilaciones. Los desafíos que afrontamos en Europa y en todas partes, tales como el relativismo, el secularismo militante, el islam radical, son algo que podríamos y deberíamos tratar juntos.

Me sentí profundamente satisfecho cuando leí el discurso del cardenal Ratzinger durante el Cónclave en el que declaró la guerra al relativismo. También noté que en la conferencia de Ratisbona fue más allá de los límites de lo políticamente correcto porque sintió que el tema que estaba tratando era importante. La reacción que siguió sólo confirmó que había tocado el punto clave del asunto.

El cristianismo tradicional hoy en día necesita ser defendido de los desafíos externos que he mencionado y del desafío interno de la creciente liberalización de la doctrina y la moralidad dentro de las comunidades protestantes. Siento y a menudo digo abiertamente que las relaciones ecuménicas con el mundo protestante se hacen cada vez más problemáticas y cada vez más pierden esperanza.

La brecha entre las versiones tradicional y liberal del cristianismo se está ampliando, y la mayoría de católicos y ortodoxos –incluyendo Iglesias no calcedonias– permanecen en el lado tradicional, mientras que las comunidades protestantes adoptan estándares liberales.

Nosotros, católicos y ortodoxos, somos aliados, no rivales. Cuanto antes lo comprendamos, mejor.

Tal comprensión también implica que toda forma de proselitismo debería excluirse de nuestra práctica misionera cotidiana. Tenemos una misión común, y debemos trabajar juntos para ofrecer Cristo a la gente.

Nuestra tarea no es convertir a los ortodoxos al catolicismo, o católicos a la ortodoxia, sino convertir a los no creyentes a la fe, no cristianos al cristianismo.

–¿Qué papel tiene la música en su vida personal de oración?

–Obispo Alfeev: La música desempeña un papel muy importante en la liturgia ortodoxa. Como obispo celebro la liturgia cada domingo y todos los días de fiesta. La calidad del coro y el repertorio que se elige es algo importante para mí.

Habiendo sido formado como músico en mis primeros años de vida, no puedo disociarme completamente de la música cuando es cantada en la iglesia, y a menudo estoy leyendo oraciones litúrgicas y sigo oyendo el canto.

El pasado verano, compuse «La Divina Liturgia» y «La Vigilia de Toda la Noche» para el coro «a cappella». Mi principal objetivo fue escribir una música que no distrajera de la oración.

El canto en la iglesia debería ser orientado hacia la oración y no debería convertirse en un concierto, como sucede a menudo.

Los mejores ejemplos de un canto verdaderamente orante se pueden encontrar en el canto ruso Znamenny, equivalente al canto gregoriano occidental. Este canto unísono es sencillo, pero lleno de significado y conmovedor.

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ZENIT Staff

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