Sólo la sangre de Jesús podía salvarnos, explica el Papa en el Jueves Santo

Sorprendente homilía en la que ofrece nuevas hipótesis históricas sobre la Pascua

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Sólo la sangre de Jesús derramada por amor podía salvar al hombre, explicó Benedicto XVI durante la misa en la Cena del Señor que presidió en la Basílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma, en la tarde de este Jueves Santo.

Fue una homilía sorprendente, en la que el Papa teólogo armonizó momentos de meditación con las últimas investigaciones históricas realizadas sobre los manuscritos de Qumran, hallados en el Mar Muerto en 1947, que todavía hoy son materia de estudio y que ofrecen nuevas hipótesis sobre la Pascua.

Su objetivo era el de mostrar la novedad introducida por la Pascua de Cristo en la Pascua judía, en la que se inmolaba un cordero en recuerdo de la liberación del pueblo elegido de la esclavitud de Egipto.

Con toda probabilidad Jesús seguía el calendario que observaban los esenios de Qumran, secta rigorista judía en oposición al poder sacerdotal de Jerusalén, que todavía en algunos aspectos sigue siendo misteriosa para los historiadores, explico el Santo Padre.

Según esta interpretación, «todavía no aceptada por todos», como él mismo aclaró, Jesús «celebró la Pascua con sus discípulos probablemente según el calendario de Qumran, es decir, al menos un día antes» del la tradicional fiesta de Pascua, «en la hora de la inmolación de los corderos», como dice el evangelio de san Juan, algo que parecía contradecir la narración de los otros tres evangelistas.

El cardenal Albert Vanhoye S.I., antiguo rector del Instituto Bíblico Pontificio de Roma, ha explicado que en la época de Jesús el calendario esenio era más tradicional que el más reciente adoptado por los sacerdotes de Jerusalén, aunque esto no significa que Jesús formara parte de los esenios.

Esto implica, añadió Benedicto XVI, que Jesús celebró la Pascua «sin cordero, como la comunidad de Qumran, que no reconocía el templo de Herodes y estaba a la espera del nuevo templo».

«Jesús celebró la Pascua sin cordero», o más bien, aclaró, «en lugar del cordero se entregó a sí mismo, su cuerpo y su sangre».

La sangre de los corderos no puede salvar al hombre, añadió el sucesor de Pedro. La sangre de Cristo, «el amor de quien es al mismo tiempo Hijo de Dios y verdadero hombre, uno de nosotros, esa sangre sí que tiene capacidad para salvar».

«Su amor, ese amor en el que Él se entrega libremente por nosotros, es lo que nos salva».

Por este motivo, invitó a los creyentes a pedir al Cristo «que nos ayude a comprender cada vez más profundamente este misterio maravilloso y a amarlo cada vez más y, en él, a amarle cada vez más».

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ZENIT Staff

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