ERBIL, martes, 24 abril 2007 (ZENIT.org).- Monseñor Rabban Al Qas, obispo de Kurdistán, ante el último ataque con diez muertos, dos de ellos niños, y 140 heridos en una aldea cristiana, «suplica» una intervención de la Santa Sede, mientras que el arzobispo caldeo de Kirkuk, monseñor Louis Sako ha hecho un llamamiento ante «la trágica situación de los cristianos en Bagdad».

Hay numerosos niños y dos religiosas dominicas entre los 140 heridos por un terrorista suicida ayer en Tell-el-skop, aldea cristiana al noreste de Mosul, informa la agencia AsiaNews.it, del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME). La expansión de los atentados suicidas también al norte de Irak hace saltar todas las alarmas entre los responsables religiosos, que piden la ayuda de la Santa Sede.

«Encontrad una vía, un modo de salvarnos, la Iglesia en todo Irak está en grave peligro, suplicamos al Vaticano que se mueva y lleve nuestra voz al mundo». Es el grito angustiado de monseñor Rabban al Qas, obispo caldeo de Amadiyah y Erbil, que se une al llamamiento difundido ayer por las Iglesias católicas iraquíes, alarmadas por la feroz persecución de los cristianos del país.

Desde Kurdistán, hasta ahora oasis de seguridad donde encontraron refugio numerosos cristianos de todo Irak, el prelado habla de una «situación espantosa» para la comunidad, tanto en las grandes ciudades como en las aldeas.

El atentado de ayer ha dañado gravemente el convento de las dominicas, la escuela elemental y la guardería que dirigen las religiosas. Los muertos son al menos diez, entre ellos dos niños; entre los 140 heridos también dos religiosas. Una religiosa presente relata que la explosión aterrorizó a los más pequeños, que hasta ahora no habían vivido nunca episodios violentos como este.

Según fuentes católicas locales, los crecientes atentados en el norte tienen una matriz religiosa: «Quieren golpear a los cristianos y las minorías religiosas para afirmar que no hay plan de seguridad o barrera defensiva de Estados Unidos que pueda protegerles».

No se excluye tampoco el fin político-económico: «Golpear al mismo tiempo a los cristianos y a los kurdos, cuyas reivindicaciones sobre la reserva petrolífera de Kirkuk molestan a los objetivos de muchos ambientes en Irak y el exterior», añade la fuente.

Actualmente las zonas que más sufren son Bagdad y Mosul. Fuentes eclesiásticas de Bagdad confirmaron la masacre del barrio de Dora, donde grupos armados suníes matan a los chiíes, mientras que a los cristianos les imponen la conversión al Islam o la huída abandonando todas sus posesiones. Ya incluso entre los cristianos que más confiaban en un Irak libre y pacificado se habla de un «país sin esperanza, al menos para los próximos diez años».

Por otra parte, monseñor Louis Sako, arzobispo caldeo de Kirkuk, ha hecho un llamamiento urgente: «En Irak, los cristianos están muriendo, la Iglesia está desapareciendo bajo los golpes de las persecuciones, amenazas y violencias por parte de extremistas que no dan elección: o la conversión o la fuga».

El prelado, que es presidente de la Comisión para el diálogo interreligioso del Consejo de las Iglesias católicas en Irak, ha firmado una declaración sobre la «trágica situación de los cristianos en Bagdad», denunciando a los grupos que bajo la amenaza de las armas piden a los cristianos la inmediata conversión al Islam o la fuga y la confiscación de los bienes. En Mosul sucede lo mismo pero imponiendo otra opción: pagar un tributo en dinero a la «yihad» si no se quiere ser asesinado.

«Los cristianos son uno de los componentes más antiguos de la población iraquí --explica la declaración--, desde el principio se fusionaron con otras realidades como los árabes, los kurdos, los turcomanos y los yezidi; fueron pioneros en la civilización de Irak. Además siempre han defendido la integridad del país de modo valiente junto a sus hermanos musulmanes. Testimonian lealtad, fidelidad, honestidad y la voluntad de vivir en paz y fraternidad con los demás. Los cristianos han vivido con chiíes y suníes en el respeto recíproco y han compartido tanto los días buenos como los peores. Durante catorce siglos, han convivido con la cultura islámica, generalmente sin problemas. Hoy quieren continuar esta existencia en el amor y en el respeto de los derechos humanos».

En la actual situación, los cristianos son punto de mira como chivo expiatorio a explotar y eliminar. No pueden profesar su fe libremente, a las mujeres se les impone el velo y las cruces son quitadas de las iglesias, sobre todos se cierne la amenazada de chantajes y secuestros.

Monseñor Sako hace una enumeración de la violencia: «Hoy los cristianos en ciertas zonas de Irak sufren la emigración, violaciones, secuestros, pagos de rescates, amenazas y asesinatos perpetrados por movimientos religiosos. Este comportamiento inusual contradice los valores humanitarios del pueblo iraquí y los morales de la religión islámica. ¡Es necesario comprender que un Irak sin cristianos será desastroso para todos los iraquíes!... Obligar a los cristianos a la huída lleva al deterioro del concepto de coexistencia y a la destrucción cultural, civil y religiosa de un mosaico de etnias y religiones de las que Irak es considerado la cuna».

En el llamamiento, monseñor Sako pide a todas las autoridades religiosas y políticas y a todos los ciudadanos iraquíes que permanezcan unidos porque «no hay salvación sin nuestra unidad y nuestro salir mutuamente al encuentro. Dejad que los extremistas en Irak se vayan o se queden siempre que el peligro de muerte y el riesgo de una división desaparezcan para dejar lugar a la vida».