ROMA, viernes, 4 mayo 2007 (ZENIT.org).- La teoría del Limbo no ha sido desestimada, afirma una teóloga miembro de la Comisión Teológica Internacional comentando una reciente declaración de la misma sobre el tema.
La hermana Sara Butler, sierva misionera de la Santísima Trinidad, forma parte de la Comisión desde 2004.
Se trata de un órgano consultivo integrado por treinta teólogos escogidos por el Papa. Sus documentos no se consideran expresiones oficiales del Magisterio, pero ayudan a la Santa Sede a examinar importantes temas doctrinales.
El 20 de abril, la Comisión hizo público un documento, encargado por el Papa Juan Pablo II, llamado “La Esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados”. Benedicto XVI aprobó su publicación.
En una entrevista concedida a la revista “Inside the Vatican”, la hermana Butler –profesora de Teología Dogmática en el Seminario San José, en Yonkers, Nueva York- afirma que “el informe concluye que el limbo sigue siendo una ‘posible opinión teológica’. Quien desee defenderlo es libre de hacerlo. Este documento, sin embargo, trata de dar una razón teológica para esperar que los niños no bautizados se puedan salvar”.
“La [Comisión Teológica Internacional] quiere dar más peso a la voluntad salvífica universal de Dios y a la solidaridad en Cristo que a la necesidad del bautismo, que no es absoluta pero es cualificada en cierto modo”, dijo.
La hermana Butler citó el número 41 del documento: “Junto a la teoría del limbo –que permanece como una posible opción teológica- puede haber otros modos de integrar y salvaguardar los principios de la fe subrayados por la Escritura”.
Añadió: “La Comisión está tratando de decir que el Catecismo de la Iglesia Católica –números 1260, 1261, 1283- ya dijo: que tenemos derecho a esperar que la voluntad de Dios encontrará un modo de ofrecer la gracia de Cristo a los niños que no tienen oportunidad de hacer una elección personal respecto a su salvación”.
El documento “está tratando de proporcionar un razón teológica para lo que ya ha sido propuesto en varios documentos del Magisterio desde el Concilio –dijo la hermana Butler-. Generalmente, los documentos [de la Comisión] ofrecen un punto de referencia para los obispos y profesores de Teología en seminarios, por ejemplo, para ofrecer una explicación de la evolución de la doctrina.
“Pero dudo si esto conduciría a una ulterior declaración del Magisterio, porque no dice nada más que lo que ya se decía en el Catecismo, en el rito funeral por los niños que mueren sin bautismo en el Misal Romano de 1970, y en ‘Pastoralis Actio’ ”, el documento de 1980 de la [Congregación para la Doctrina de la Fe] sobre el bautismo de los niños.
El documento de la Comisión Teológica, dijo, “indica que dada nuestra comprensión de la misericordia de Dios y el plan de salvación que incluye a Cristo y el don del Espíritu Santo en la Iglesia, nos atrevemos a esperar que estos niños serán salvados por algún don extra-sacramental de Cristo”.
La hermana Butler habló también de la situación de los niños abortados.
”Estoy segura de que nunca consideramos sugerir que estos niños sean declarados mártires –expresó-. Éramos, por supuesto, conscientes de que en muchos lugares los católicos recuerdan a los niños no nacidos -que han sido abortados- el día de los Santos Inocentes. Nosotros no propusimos una solución”.
Añadió: “En este caso especial, la muerte es el modo en que estos niños podrían ser unidos con Cristo: A través de las circunstancias violentas de sus muertes, pueden ser unidos a su misterio pascual”.
“El Concilio explícitamente enseña que Dios proporciona un modo de salvación a aquellos que tiene una ignorancia invencible del Evangelio y además no tienen ningún acceso al bautismo sacramental”, prosiguió.
“El informe de la Comisión extiende la lógica de esta enseñanza a los niños -puntualizó-. Nosotros sugerimos que el Espíritu Santo les ofrece, en un modo conocido por Dios, la posibilidad de ser hechos partícipes del misterio pascual”.
Sin embargo, la hermana Butler advirtió que “el medio ordinario de salvación es el bautismo, y los niños deberían ser bautizados»; en ello “los padres católicos tienen una grave obligación”.