Valores católicos para un mundo laico

La voz de los obispos en medio de la hostilidad

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ROMA, domingo, 20 mayo 2007 (ZENIT.org).- La hostilidad verbal e incluso las amenazas de muerte han puesto de relieve las tensiones en Italia por el asunto de la legalización de las parejas del mismo sexo. El arzobispo de Génova, monseñor Angelo Bagnasco, ha recibido un sobre con una bala y un mensaje con el símbolo de una estrella de un grupo terrorista italiano, informaba la agencia de noticias «ANSA» el 30 de abril.

Frente a las propuestas del gobierno de introducir una serie de derechos legales para las parejas del mismo sexo, tanto la Iglesia católica como varios grupos laicos han expresado con firmeza su defensa del matrimonio y la familia. Los problemas comenzaron para monseñor Bagnasco -nombrado por Benedicto XVI presidente de la Conferencia Episcopal Italiana a principios de marzo-, tras un discurso, en su archidiócesis de Génova, dirigido a quienes trabajan en el área de cultura y comunicaciones.

Explicó que el apoyo de la Iglesia a la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer se basa en sólidas razones antropológicas, informaba al día siguiente el periódico italiano «Avvenire». Por esa razón, la Iglesia no está imponiendo su fe en una sociedad pluralista.

Advirtió, sin embargo, que si los criterios de las leyes se reducen a una mera cuestión de opinión pública, entonces no hay base para rechazar el incesto, o para negar iniciativas como el partido para pedófilos recientemente propuesto en Holanda.

Los comentarios de monseñor Bagnasco dieron como resultado una serie de amenazas, unas pintadas en la catedral de Génova y otras protestas, que culminaron con la bala recibida a últimos de abril.

Estas hostilidades se han extendido al Papa. En su reportaje del 30 de abril, «ANSA» hacía notar que han aparecido pósteres en el centro de la ciudad de Génova que muestran a Benedicto XVI dando la mano a Hitler o al frente de un pelotón de fusilamiento.

La animosidad del 1 de mayo

Durante un concierto de «rock» el 1 de mayo en Roma, uno de los presentadores, Andrea Rivera, tuvo duras palabras contra Benedicto XVI y la Iglesia. Tanto los sindicatos italianos, que organizan este concierto anual, como las autoridades políticas se apresuraron en condenar las declaraciones de Rivera, informaba el 3 de mayo el diario «La Stampa».

Con todo, Rivera rechazó retractarse, y las pintadas de ataque al arzobispo de Génova siguen apareciendo. Además de una escolta policial, el prelado ha comenzado a utilizar un coche blindado, informaba el 6 de mayo «ANSA».

En una entrevista publicada el 30 de abril en «La Stampa», el cardenal Julián Herranz, hasta hace poco presidente del Pontificio Consejo para los Testos Legislativos, expresaba su preocupación por el clima de intolerancia que se ha creado contra la Iglesia.

El cardenal indicaba que no quería dramatizar en exceso lo que había ocurrido con las protestas contra el arzobispo Bagnasco, pero, al mismo tiempo, advertía de los intentos de algunos grupos minoritarios de silenciar a la Iglesia. Además, el cardenal alertó de que quienes provocan el odio sólo dan pábulo a los extremistas violentos.

Una pendiente resbaladiza

Las advertencias del arzobispo de Génova sobre el incesto y otros problemas, fruto de una sociedad que pierde de vista una sana antropología, se basan en una preocupación legítima, como demuestra la experiencia en otros países.

— Patrick Stuebing y Susan Karolewski, de Leipzig, Alemania, son hermanos, aunque no crecieron juntos. Actualmente viven como pareja y tienen cuatro hijos. La ley prohíbe el incesto y Stuebing ha pasado ya dos años en la cárcel. Tras otra condena reciente, su abogado ha apelado al Tribunal Constitucional Alemán para que se suprima la prohibición del incesto («BBC», 7 de marzo).

— Paul Lowe, de Ohio, los Estados Unidos, ha sido condenado por incesto con su medio-hermana y ha apelado su condena ante el Tribunal Supremo. Lowe utiliza el precedente de 2003, del caso «Lawrence contra Texas», que acabó con la prohibición de la sodomía homosexual. Al mismo tiempo, los críticos han advertido que se usará como precedente para eliminar otras leyes que regulan la conducta sexual («The Boston Globe», 2 de mayo).

— Sara Wheeler dio a luz a su hijo Gavin por medio de inseminación artificial en Georgia, los Estados Unidos, en el 2000. Su pareja lesbiana, Missy, tomó el apellido de Sara y ambas adoptaron a Gavin. En el 2004 la pareja se rompió y ahora Sara Wheeler ha emprendido un proceso legal para invalidar la adopción de Gavin por parte de su antigua pareja. El caso está actualmente ante el Tribunal Supremo de Georgia («Associated Press», 25 de marzo).

— El año pasado el Tribunal Supremo del estado norteamericano de Vermont dictaminó que Isabella Miller-Jenkins tenía dos madres. La unión civil, registrada según las leyes de Vermont, entre la madre biológica de Isabella, Lisa Miller, y su antigua pareja lesbiana, Janet Jenkins, se rompió, y surgió un conflicto entre las dos por los derechos parentales. La sentencia entra en conflicto con otra del 2004 de un tribunal del estado de Virginia, donde vive actualmente Lisa Miller con Isabella, que concedió la custodia única a la madre biológica («New York Times», 5 de agosto de 2006).

— Una sentencia de un tribunal en la provincia canadiense de Ontario dejó a un niño de cinco años con tres progenitores legales: dos madres y un padre. Una pareja lesbiana y el donante de esperma se enfrentaron por el acceso al hijo, llegando a los tribunales («National Post», 4 de enero).

Dios en la plaza pública

Al tener que enfrentarse a desafíos de esta naturaleza, y ante los preocupantes desarrollos en áreas como la bioética, los obispos de un creciente número de países están expresándose en términos claros sobre la necesidad de preservar los valores morales.

Antes de las últimas elecciones en Escocia, los obispos católicos publicaron una carta, leída en todas las misas del fin de semana del 14 al 15 de abril, en la que hablaban de un «conflicto de valores en la sociedad».

Los obispos mencionaron la legislación sobre temas como el aborto, la experimentación con embriones, la educación y la legislación familiar. «Hay signos de un deseo de una auténtica voz cristiana en la política que sirva al bien común de las personas de todos los credos o de ninguno», indicaba la carta.

«Invitamos a mirar más allá de lo superficialmente atractivo y de moda para reconocer aquellas políticas y valores que estén más en consonancia con la dignidad de la persona humana y con el bien común de nuestra sociedad», declaraban los obispos.

Los obispos de Argentina también han escrito una carta pastoral tocando la cuestión de la política y la fe. La misiva, fechada el 28 de abril, está escrita para guiar a los católicos ante las elecciones de este octubre.

Tras animar a los fieles a conocer y aplicar la doctrina social de la Iglesia, la carta subrayaba algunos temas de especial relevancia. Entre los mencionados estaba la cuestión de la protección de la vida humana desde el momento de su concepción hasta su muerte natural, y la necesidad de proteger la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer.

En España, monseñor Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao, tocó el tema de la fe en una sociedad laica. Monseñor Blázquez pronunció el 23 de abril el discurso inaugural de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española, que preside.

Los cristianos, observaba, tienen la misión de anunciar el mensaje del amor de Dios, que robustece la dignidad humana. Un Estado laico no debería buscar reducir la religión a un mero sentimiento individual, que se ha de oculta en lo privado, indicaba monseñor Blázquez. La Iglesia debería ser libre también para defender y pr
omover aquellos valores que dan significado a la vida y salvaguardan la dignidad humana.

Incluso en una sociedad pluralista, continuaba monseñor Blázquez, hay necesidad de algún consenso sobre temas morales basados en lo que es verdad para todas las personas, sean creyentes de alguna religión o no. La libertad necesita estar en armonía con lo que es la verdad sobre la persona humana, es decir, con la ley natural. Como consecuencia, afirmaba, es necesario educar la libertad para que no pierda su camino o se convierta en egoísmo. Un consejo que los obispos de muchos países están ofreciendo con creciente vigor.

Por el padre John Flynn

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ZENIT Staff

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