CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 11 de enero 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó este viernes a los policías que cubren el barrio romano que colinda con el Vaticano a ver en cada persona a hermanos, hijos todos del mismo Dios.
Lo sugirió en el tradicional encuentro del inicio del año con representantes de la Inspección General de Seguridad Pública de la Policía Italiana, que se encarga tanto de atender a peregrinos (y a ladrones u otros malhechores) como de la misma seguridad del Papa en algunas de sus salidas de los muros vaticanos.
Constatando precisamente la cantidad de personas con las que estos policías se cruzan al día, en particular, peregrinos, el Papa les invitó a ver en ellos «el rostro de un hermano o de una hermana que Dios pone en vuestro camino, una persona que, aunque desconocida, hay que acoger y ayudar con escucha paciente, sabiendo que todos formamos pare de una única grande familia humana».
«¿No es acaso verdad que no vivimos los unos junto a los otros por casualidad?», preguntó. «¿Acaso no estamos recorriendo todos un mismo camino como hombres y como hermanos y hermanas?».
«Por este motivo es esencial que cada quien se comprometa a vivir su propia vida con una actitud de responsabilidad ante Dios, reconociendo en Él el manantial original de su existencia y de la de los demás», afirmó el Santo Padre.
«De hecho –constató–, al remontarnos a este supremo Principio podemos percibir el valor incondicional de todo ser humano. Gracias a esta conciencia pueden ponerse las premisas para la edificación de una humanidad pacificada».
Y concluyó: «Debe quedar bien claro: sin el fundamento trascendente, que es Dios, la sociedad corre el riesgo de convertirse en una mera agregación de vecinos, deja de ser una comunidad de hermanos y hermanas, llamados a formar una gran familia».
