para el Octavario
Día primero Orad siempre
No ceséis de orar (1 Tes 5,17)
Is 55,6-9 Buscad al Señor mientras se le encuentra
Sal 34 Llamé al Señor y él me respondió
1 Tes 5,13b-18 No ceséis de orar
Lc 18,1-8 Orar constantemente y sin desfallecer
Comentario
Pablo ha escrito: «Estad siempre alegres. No ceséis de orar. Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros como cristianos». Su carta va dirigida a una comunidad de fieles ansiosos ante la muerte. Muchos hermanos y hermanas, buenos y creyentes, se «durmieron» antes de que el Señor vuelva de nuevo para unirlos a todos en su resurrección. ¿Que será de estos fieles difuntos? ¿Cuál será la suerte de los vivos? Pablo los reconforta diciendo que los muertos resucitarán con los vivos y los invita «a orar sin cesar». ¿Pero qué significa orar sin cesar? Las lecturas de hoy ofrecen algunos elementos como respuesta a esta cuestión. Toda nuestra vida debe ser una búsqueda de Dios, en la convicción que si buscamos, encontraremos.
En pleno exilio, cuando todo parece inútil y sin esperanza, el profeta Isaías proclama: «Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca». Incluso en el exilio, el Señor está cerca de su pueblo y le exhorta a dirigirse a él en la oración, y a seguir sus órdenes para que pueda conocer su misericordia y su perdón. En el centro del salmo 34 encontramos esta convicción profética que el Señor responderá a la llamada de los que lo invocan, uniendo la alabanza a la llamada a la oración continua.
En el evangelio de Lucas, Jesús dice la parábola de la viuda que pide justicia por un juez que no tiene temor de Dios ni respeto a los hombres. Este relato es una manera de recordar la necesidad de una oración constante, «orar siempre y sin desfallecer», y la certeza que la oración concederá: «¿Y Dios no haría justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?».
Como cristianos en búsqueda de la unidad, meditamos sobre estas lecturas para encontrar «la voluntad de Dios» respecto a nosotros «en Cristo Jesús». Es Cristo aquel que vive en nosotros. La llamada de orar sin cesar se convierte en parte integral de su intercesión eterna ante el Padre: «Que todos sean uno… para que el mundo crea… «. La unidad que buscamos es la unidad «tal como Cristo la quiere» y la celebración del «octavario» de oración por la unidad de los cristianos es el reflejo del concepto bíblico de plenitud, es decir, la esperanza que un día habrá respuesta a nuestra oración.
La unidad es un don que Dios hace a la Iglesia. Es también la vocación de los cristianos destinados a vivir de este don. La oración por la unidad es la fuente de donde brota cualquier esfuerzo humano dedicado para manifestar la unidad plena y visible. Numerosos son los frutos producidos hace un siglo de octavarios de oración por la unidad. Con todo, numerosas también son las barreras que dividen aún los cristianos y sus Iglesias. Con el fin de no desalentarnos, debemos ser constantes en la oración y buscar al Señor y su voluntad en todo lo que emprendemos y en todo lo que somos.
Oración
Señor de la unidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te pedimos sin cesar para que todos seamos uno como tú eres uno. Padre, oye nuestra llamada cuando te buscamos. Cristo, condúcenos a la unidad que deseas para nosotros. Espíritu Santo, procura que no nos desalentemos nunca. Amén.