CIUDAD DEL VATICANO, martes, 22 enero 2008 (ZENIT.org).- Como es tradición, este lunes Benedicto XVI bendijo dos corderitos cuya lana servirá para confeccionar el palio que entregará a los arzobispos metropolitanos en signo de comunión con el sucesor de Pedro y de la solicitud que deben tener como pastores que cargan la oveja a sus espaldas.
La ceremonia tuvo lugar en la capilla Urbano VIII del palacio apostólico vaticano. Estos dos corderos son criados por las religiosas de San Lorenzo en Panisperna, de Roma, y son presentados al Papa por los Canónigos Regulares de Letrán, que atienden espiritualmente la basílica de Santa Inés Extramuros.
Antiguamente, en occidente, el «palio» era el nombre de un ornamento propio del Sumo Pontífice desde el siglo V. Pasó a ser de uso ordinario para los arzobispos a partir del IX.
El emblema de Santa Inés es un cordero, por la similitud de su nombre (en latín Agnes) con la palabra cordero (en latín agnus).
Los dos corderos estaban adornados uno con flores blancas (simbolizando la virginidad de santa Inés) y el otro con flores rojas (simbolizando su martirio).
Luego, los corderos fueron llevados a la Basílica de Santa Inés, en la Vía Nomentana de Roma, donde está enterrada la santa, para ser criados por los padres trapenses de la Abadía de las Tres Fuentes.
Los palios serán confeccionados posteriormente por las monjas benedictinas de Santa Cecilia con la lana recién esquilada. Luego se los coloca en un cofre sobre la tumba de San Pedro en la Basílica Vaticana, y en la Misa de la fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de junio) son bendecidos y entregados solemnemente por el Papa a los nuevos arzobispos nombrados durante el año.
El Papa Benedicto XVI ha decidido usar un palio muy similar a los que se usaban antes del siglo X, con cinco cruces rojas que recuerdan las cinco llagas de Cristo, representado en antiguos mosaicos.