BRUSELAS, martes, 29 enero 2008 (ZENIT.org).- Las doces estrellas de la bandera de la Unión Europea provienen de la devoción a la Virgen María, afirma Mario Mauro, vicepresidente del Parlamento Europeo, en la segunda parte de la entrevista concedida a Zenit sobre el futuro de Europa y el papel del cristianismo en este proceso.
Mauro es profesor de Historia de las Instituciones y autor del libro en italiano «El Dios de Europa» («Il Dio dell’Europa», Ediciones Ares, 2007).
La primera parte de la entrevista fue publicada por Zenit el 28 de enero (ver: http://www.zenit.org/article-26158?l=spanish).
–Tras la multitudinaria manifestación de apoyo a la familia que se vivió en Italia en 2007 («Family Day), está teniendo un cierto éxito la propuesta de moratoria del aborto lanzada por el diario italiano «Il Foglio». ¿Qué opina?
–Mauro: Como en Londres, Madrid, París, Estrasburgo, también en Roma los italianos han salido a la calle para reafirmar una idea de vida y de familia «alternativa» a los modelos que la sociedad y la política están tratando de imponernos. Un modelo que sitúa en el centro al hombre y su búsqueda de la verdad.
¿Qué país será Italia dentro de treinta años? Es una pregunta que afecta a todos, de derecha y de izquierda, católicos y aconfesionales, como afecta a todos el evidente deterioro de la sociedad italiana y su clamorosa debilidad en la formación de las nuevas generaciones.
Porque si una sociedad libre no logra formar nuevos individuos capaces de gestionar responsablemente la libertad, estará fatalmente destinada a ver cómo crece su nivel de autoritarismo.
Recordé antes el reciente discurso del Santo Padre que, el 7 de enero, hacía un llamamiento a la comunidad internacional para que la moratoria aprobada por la ONU sobre la pena de muerte pueda estimular el debate público sobre el carácter sagrado de la vida humana. El 8 de enero, Giuliano Ferrara [director del diario], en «Il Foglio», recoge esta petición y lanza una propuesta de moratoria del aborto que suscita un animado debate.
Desearía que los gobiernos nacionales y los organismos internacionales clarifiquen el uso ambiguo de términos como «salud reproductiva», que en sus aplicaciones tienden a convertir las prácticas abortivas en un comportamiento estándar. Las instituciones internacionales, como las Naciones Unidas y la UE, no pueden transformarse en una especie de supermercado de los derechos; han nacido para favorecer la paz y el desarrollo, es decir para tutelar la vida humana y para garantizar la legitimidad de un derecho natural que toda la humanidad tenga como referencia.
–Junto a Elisa Chiappa, usted ha escrito el libro en italiano para niños «Pequeño diccionario de las raíces cristianas de Europa» («Piccolo dizionario delle radici cristiane d’Europa», ediciones Ares). ¿Qué historias, personajes e imágenes usaría usted para explicar la Europa cristiana a los niños?
–Mauro: Con este libro, Elisabetta y yo hemos tratado de contar a los más pequeños la Unión Europea de hoy, la Europa que fue y que a través de los siglos ha llegado a una fisonomía concreta, y la Europa que será, para hacerles comprender el mundo y la civilización en que han nacido y a la que de mayores darán su aportación.
Hemos tratado de hacerlo mediante un diccionario, palabras elegidas con cuidado y explicadas no sólo por un bonito texto sino por las bellísimas imágenes de Benedetto Chieffo. Para hacer todavía más sencillo e interesante el conocimiento de Europa, el libro tiene un anexo con «Eurovia», un juego sobre la bandera europea que propone una carrera atractiva e instructiva a través de todos los países de la Unión.
Estoy convencido de que la identidad civil y nacional de Europa se funda en las raíces culturales y religiosas de una tradición bimilenaria. Tenemos que ser capaces hoy de decir lo que somos. En qué creemos.
Para tener una Europa mejor, debemos volver a creer, trabajar, movilizarnos por ella. Europa nace cristiana, bajo la protección de san Benito de Nursia, los santos Cirilo y Metodio, santa Catalina de Siena, santa Brígida, santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein); no podemos dejar que sea presa de mistificaciones y manipulaciones.
Baste un ejemplo. La referencia al cristianismo está incluso en el símbolo por excelencia, la bandera, porque las doce estrellas provienen del culto a la Virgen María y están desligadas del número de estados adherentes. No todos lo saben, porque el verdadero origen de la bandera con doce estrellas ha sido objeto de un olvido culpable dentro de las instituciones comunitarias.
Hace falta, en pocas palabras, otro paso: existe la oportunidad para toda una sociedad de reencontrarse a sí misma y de reencontrar la propia identidad, el propio rostro, y también el propio fin, la razón por la que somos lo que somos ¿Tenemos o no tenemos el deber de responder a este reto? El diccionario tiene el sentido de clarificar y restituir el significado de las palabras que definen a Europa. Un primer paso hacia el reto al que estamos llamados.
–El jueves 10 de enero usted presidió la sesión plenaria para la firma de la Carta de los Musulmanes Europeos y pronunció el discurso introductivo. ¿Puede decirnos en qué consiste? ¿Qué significa este documento en el año que la UE dedica al diálogo interreligioso del que usted es delegado? ¿Ha previsto otros momentos de confrontación y debate?
–Mauro: Más de 400 organizaciones musulmanas de 28 países del continente, incluida Turquía, han firmado la Carta de los Musulmanes de Europa, elaborada por iniciativa de la Federación de Organizaciones Islámicas de Europa.
En los 26 puntos del documento, se recuerdan los derechos y las responsabilidades de los musulmanes, invitados a «una integración positiva», se sanciona la paridad entre hombre y mujer y se rechaza el terrorismo fundamentalista.
La Carta es un código islámico de buena conducta, compromete a la comunidad musulmana europea a participar en la construcción de una Europa común y de una sociedad unida, a participar además en el desarrollo de la armonía y del bienestar en nuestras sociedades y a desarrollar plenamente el papel de ciudadanos en el respeto a la justicia, la igualdad de derechos y a la diferencia. Por primera vez, una Carta da un código de conducta a los musulmanes de Europa que no debe estar en contradicción con las legislaciones europeas. Es un óptimo impulso al refuerzo del diálogo intercultural e interreligioso, también a la luz de la insistencia en el deber que tiene el musulmán de respetar al no musulmán. Es esperanzador que en la Carta de los derechos haya una parte dedicada a la familia como condición indispensable para la felicidad de los individuos y para una sociedad estable, y que incluya la apertura a una paridad entre hombre y mujer.
Por Antonio Gaspari