ROMA, miércoles, 19 marzo 2008 (ZENIT.org).- La investigación sobre la familia sigue confirmando la importancia de los dos progenitores como la mejor base para criar a los hijos. Un problema común en las últimas décadas es la ausencia de padres, y el correspondiente aumento de las familias con madres solteras.
Un informe reciente confirmaba que el papel del padre es, de hecho, necesario para los hijos. El número de febrero de la revista Acta Paediatrica publicaba un artículo titulado: «Father’s Involvement and Children’s Developmental Outcomes: A Systematic Review of Longitudinal Studies» (La Implicación de los Padres y los Resultados de Desarrollo de los Hijos: Repaso Sistemático de los Estudios Longitudinales).
Los autores del artículo eran cuatro académicos: Anna Sarkadi, Robert Kristiansson, Frank Oberklaid y Sven Bremberg. Revisaron las conclusiones de 24 estudios. De estos, al menos 22 proporcionaban evidencias de los efectos positivos de la implicación de los padres.
Una paternidad activa no sólo reducía la frecuencia de los problemas de comportamiento en los chicos y de los problemas psicológicos en las mujeres jóvenes, sino que también tenía un efecto positivo en el desarrollo cognitivo, junto con un descenso de la delincuencia y de las desventajas económicas en las familias con bajos ingresos.
A pesar de la cantidad de evidencias convincentes, el estudio observaba: «Desgraciadamente, las políticas institucionales actuales de la mayoría de los países no apoyan la implicación creciente de los padres en la crianza de los hijos».
Algunos de los estudios distinguían entre padres biológicos y las figuras de padre que cohabitan con los hijos, pero los autores comentaban que se necesitaban más estudios sobre el papel del lazo biológico entre la figura del padre y el hijo. Algunos resultados indican que la figura del padre no biológico puede jugar un importante papel para los niños en su hogar. Hay evidencias, así mismo, de que los padres biológicos pueden destacar en algunos puntos específicos, observaban.
Sin embargo, en general concluían: «Hay evidencias que indican que la implicación del padre afecta positivamente a los resultados sociales, de comportamiento, psicológicos y cognitivos de los hijos».
Efectos en los hijos
Otro estudio publicado hace dos semanas por el Centro para el Matrimonio y la Familia del Institute for American Values, confirma que la investigación académica actual está a favor de la familia. En «The Shift and the Denial: Scholarly Attitudes Toward Family Change, 1977-2002» (El Cambio y la Negación: El Cambio de Actitud hacia la Familia en el Mundo Académico, 1977-2002), de Normal Glenn, Thomas Sylverster y Alex Roberts, documenta cómo ha evolucionado la opinión de los eruditos.
Estudiaron 266 artículos publicados en el Journal of Marriage and Family desde 1977 al 2002, relacionados con el tema de cómo la estructura familiar afecta a los hijos. «En general, encontramos sólidas evidencias de que los académicos cada vez están más preocupados por los efectos de los cambios familiares en los hijos», concluían.
Conforme han pasado los años, el mundo académico se ha hecho cada vez más consciente de los posibles efectos negativos en los hijos del divorcio y de criarlos fuera del matrimonio, observaba el estudio. Este es particularmente el caso, observaban los autores, cuando se trata de estudio empíricos, opuestos a los artículos de opinión.
Glenn y Sylverster también afirmaban: «Hay actualmente un amplio acuerdo de que está habiendo efectos negativos de los recientes cambios familiares que son los suficientemente profundos y penetrantes para ser importantes».
A pesar de la investigación que demuestra la importancia de las familias con ambos progenitores, los sistemas impositivos de muchos países discriminan a las parejas casadas. Un para de informes recientes de una ONG británica demuestran la extensión de este castigo fiscal.
Discriminación fiscal
CARE – Christian Action Research and Education – publicaba un estudio el 22 de enero titulado: «Taxation of Married Families: How the UK Compares Internationally» (Los Impuestos a las Familias Casadas: Comparación del Reino Unido a nivel Internacional). Según CARE, en el 2006 una pareja casada con uno de los progenitores trabajando y dos hijos ganando de media al año 30.800 libras (62.174 dólares) pagaba un 40% más de impuestos en el Reino Unido que en países comparables pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En comparación con los estados de la Unión Europea, las familias con ingresos de un solo miembro pagan un 25% más, acusaba el informe. El estudio tenía en cuenta las sumas que obtienen las familias de los créditos impositivos y de los beneficios por hijos.
Según CARE, otros países con un sistema de impuestos parecido que discrimina a las parejas casadas son Finlandia, Suecia y Nueva Zelanda. No obstante, muchos otros países tienen en cuenta las circunstancias de las familias.
Un segundo informe de CARE, publicado en febrero, consideraba la situación de las familias con bajos ingresos, descubriendo que ha aumentado la penalización al vivir juntos, en vez de separados. En el estudio titulado «Second Annual Review of the Couple Penalty» (Segunda Revisión Anual de la Penalización a las Parejas), encontraron que en 75 de los 98 casos familiares considerados, a las parejas les iba mejor vivir separadas después de considerar los costes del hogar, en comparación con las 71 del año anterior. De media, a estas parejas por separado tenían un ingreso de 69 libras más por semana (139 dólares), en comparación con las 63 (127 dólares) del año pasado.
«La presencia de un creciente incentivo fiscal para que las parejas con hijos de bajos a modestos ingresos vivan separados es profundamente preocupante», declaraba en el prólogo al informe Nola Leach, directora ejecutiva de CARE. «No hay duda de que el mejor interés de los niños es que crezcan con su padre y su madre viviendo con ellos en la misma dirección».
El informe citaba datos de la oficina nacional de estadística del Reino Unido, que indica que hay 1,2 millones de parejas en «cohabitación no residencial». Las parejas están juntas, y tienen hijos en común, pero viven separados. Hay evidencias, añadía el informe, de que tales parejas han escogido esta opción por razones que tienen que ver con los impuestos y los beneficios sociales.
Asimismo, añadía CARE, los últimos datos de la oficina nacional de estadística estiman el número de padres solos con hijos dependientes en 1,8 millones.
Pidiendo un cambio del actual sistema fiscal, el informe comentaba: «Romper el círculo de pobreza animando a la formación y al mantenimiento de familias estables sería una importante aportación para reducir la pobreza a largo plazo y, algo que tiene la misma importancia, mejorar los resultados de los hijos».
Preocupación europea
La discriminación contra las familias en Gran Bretaña puede ser peor que en otros países, pero hay motivos para preocuparse por la situación en Europa en conjunto, según un documento reciente de la Comisión de Conferencias Episcopales de Europa (COMECE).
El pasado noviembre publicaban un informe titulado «Propuesta para una Estrategia de la Unión Europea de Apoyo a las Parejas y al Matrimonio».
La COMECE mantenía que la ruptura de la vida familiar da como resultado altos costes sociales y económicos para la sociedad y los gobiernos. La ruptura de los matrimonios es, en muchos casos, «un desastre psicológico y moral para ambas partes, y los niños implicados suelen sufrir experiencias traumáticas», advertía el informe.
De 1980 al 2005 el número de divorcios ha aumentado en más de un 50%, según el documento. Só
lo en los últimos 15 años ha habido más de 13,5 millones de divorcios que han afectado a más de 21 millones de niños.
Los hijos que viven sólo con un padre o con una madre corren un riesgo mayor de pobreza, observaba el informe. Por eso, reducir el número de divorcios ayudaría a reducir el riesgo de pobreza para los niños.
«Es en interés general de Europa que se apoye y respalde la relación estable y responsable entre un hombre y una mujer, de la que el matrimonio es la expresión ideal», sostenían los obispos europeos.
El informe hace una lista de una amplia variedad de medidas que los gobiernos podrían adoptar para ayudar a las parejas casadas. Las propuestas van desde una mejor preparación al matrimonio, a un mayor apoyo de las instituciones educativas y empresas a las parejas. De igual forma, el apoyo económico para que las parejas jóvenes encuentren un hogar es un área en la que los gobiernos podrían hacer más, indicaba el informe.
Los obispos europeos también pedían que se tomaran medidas para asegurar que, en términos económicos, no haya discriminación contra aquellas parejas que decidan que uno de ellos permanezca en el hogar mientras el otro se dedica a su empleo.
El informe concluía citando un discurso de Benedicto XVI a las autoridades y al cuerpo diplomático durante su visita a Austria el pasado septiembre.
«Impulsad a los jóvenes a fundar nuevas familias en el matrimonio y a convertirse en madres y padres. De este modo, no sólo les haréis un bien a ellos mismos, sino también a toda la sociedad», exhortaba el Pontífice. Una recomendación válida para todos los gobiernos a lo largo del mundo.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado