Cómo evitar otra crisis de abusos sexuales

Entrevista con Phil Scrofani, psicólogo

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ARLINGTON, jueves, 5 junio 2008 (ZENIT.org).- El mejor enfoque para prevenir otra crisis de abusos sexuales en la Iglesia es evitar que candidatos con tendencias a la pedofilia lleguen a ser sacerdotes afirma el psicólogo Phil Scrofani.

Scrofani es doctor en Psicología y director de práctica clínica en el Instituto de Ciencias Psicológicas, una escuela universitaria católica de Psicología en Arlington, Virginia.

Será ponente en el seminario «Psicología al servicio del Ministerio Pastoral», organizado por el Instituto de Ciencias Psicológicas y patrocinado en colaboración con el Instituto Sacerdos.

El seminario, que tendrá lugar del 11 al 15 de agosto en Bethesda, Maryland, tratará la necesidad de pericia psicológica cuando se trabaja con candidatos al sacerdocio. Scrofani dirigirá una conferencia de un día titulada «Discernir problemas psicológicos: Un Seminario para sacerdotes».

En esta entrevista concedida a Zenit, Scrofani comenta la crisis de abusos sexuales en la Iglesia, así como el papel de la Psicología en el proceso de escrutinio de candidatos al sacerdocio.

–Durante el viaje de Benedicto XVI a Estados Unidos en abril, el Papa habló sobre la crisis de abusos sexuales en la que más de cuatro mil sacerdotes estadounidenses han sido acusados de abusar de menores desde 1950. El Santo Padre hizo un compromiso de mantener a los pedófilos fuera del sacerdocio, y añadió que era más importante tener buenos sacerdotes que muchos sacerdotes. ¿Qué puede hacer la Iglesia para que esto suceda?

–Scrofani: Muchos seminarios han dado ya grandes pasos a este respecto instituyendo procedimientos formales para hacer escrutinios psicológicos a los solicitantes de los seminarios. Por supuesto, los escrutinios se hicieron en el pasado para identificar a individuos que podían tener impedimentos psicológicos que podían cercenar su capacidad de completar el seminario y ulteriormente responder a las muy complejas exigencias del sacerdocio. Lamentablemente, el proceso de escrutinio no era en muchos casos muy completo y se hizo menos esfuerzo en identificar a la gente que podía ser proclive a una visión torcida de la sexualidad humana.

Actualmente, muchos seminarios están utilizando psicólogos que tienen mayor experiencia en el escrutinio psicológico para el sacerdocio. Los escrutadores tienden a usar una más completa batería de tests psicológicos y están más centrados en temas de la historia y presentación del solicitante que indican madurez psicosexual. El papel de una historia evolutiva cuidadosamente compilada no puede ser excesivamente enfatizado y es también importante obtener otras impresiones sobre el solicitante de la gente que le conoce bien.

Los seminarios también necesitan revisar continuamente sus impresiones de un seminarista mientras se dirige a su proceso preparatorio, tratando cualquier tema que pueda preocupar respecto a su habilidad de relacionarse con los demás y sus rasgos de carácter.

De importancia suprema para todos los interesados es la necesidad de una clara comprensión de la persona humana que sea coherente con la doctrina de la Iglesia, especialmente respecto al papel de la sexualidad. No hay espacio para las componendas a este respecto, dado que una actitud laxa respecto a la castidad y las inclinaciones sexuales en el pasado ha contribuido en parte a la crisis.

–¿Cuáles son los principales elementos para tratar a un sacerdote que ha abusado sexualmente de menores?

–Scrofani: Tratar a quienes tienen una historia de abuso sexual de menores es difícil y a menudo inefectivo. El índice de recidiva es muy alto en esta población y los perpetradores también tienden a estar lastrados por otras condiciones psicológicas malsanas como abuso de sustancias, alcoholismo, depresión y diversos desórdenes de personalidad. El mejor enfoque es escrutar cuidadosamente y la prevención en primer lugar.

–El Papa dijo que en muchos casos la crisis estuvo «mal manejada». Desde un punto de vista psicológico, ¿qué debería haber hecho la Iglesia y qué puede hacer en el futuro para ayudar a las víctimas a confiar de nuevo en la Iglesia en su clero?

–Scrofani: La Iglesia está ahora intentando tomar medidas agresivas para tratar este gran problema. Muchas de las pasadas tragedias podrían haber sido evitadas o al menos cortadas si se hubiera emprendido una acción más agresiva. La Iglesia debe ahora tener una postura de tolerancia cero hacia cualquier forma de explotación de la juventud.

Debería haber entrenamiento formal tanto para el clero como para los feligreses adultos sobre una base regular, basada en los principios defendidos por la Iglesia. La conducta «de riesgo», o conducta que tan siquiera crea la impresión de impropiedad, debería ser cuidadosamente señalada junto con claras líneas de denuncia.

Las antiguas víctimas que están deseando unirse al esfuerzo de hacer de la Iglesia un lugar seguro para los niños de nuevo pueden ser una fuente inestimable de información sobre cómo su vulnerabilidad fue explotada. Se deberían usar expertos clínicos orientados por la investigación para ayudar a organizar reuniones de información. Clero, feligreses y ex víctimas deberían colaborar para desarrollar procedimientos de prevención.

La jerarquía de la Iglesia debería estar visiblemente y en gran medida implicada en el proceso y la presencia del Santo Padre debería sentirse a lo largo de toda la Iglesia en este tema.

–¿Qué más debe realizar el Papa en el proceso de curación de las víctimas y de la Iglesia de Estados Unidos? ¿Está la Iglesia preparada para superar esta crisis?

–Scrofani: Parece que este Papa y el Papa Juan Pablo II dieron valientes primeros pasos hacia la corrección de esta tragedia. Hay que continuar el trabajo hasta el punto en el que las víctimas y sus organizaciones se sientan más satisfechas con las medidas.

Como ya he dicho, aquellas víctimas que deseen realizar un impacto genuinamente positivo en estos esfuerzos pueden ser una fuente valiosa de información y comprensión.

–En una conferencia este verano sobre el papel de la Psicología en la formación de sacerdotes y religioso, usted habló de cómo discernir los problemas psicológicos. ¿Pueden los sacerdotes y religiosos con trastornos de personalidad tener éxito en su vocación?

–Scrofani: Técnicamente, los trastornos de personalidad son clasificados como categorías de diagnóstico de buena fe y por lo tanto cualificados como condicionamientos psicológicos formales, o más tradicionalmente, formas de enfermedad mental. Son más difíciles de identificar que otros condicionamientos mentales como trastornos de ansiedad, depresión o enfermedades mentales mayores como esquizofrenia y trastornos bipolares. Se debe a que usualmente afectan a cómo la gente se comporta con las relaciones en gran amplitud y esto requiere tiempo.

Cualquier trastorno de personalidad en su forma más severa debería ser un problema para una persona confrontada a los desafíos de la vida del seminario y sacerdocio. Ciertos tipos de trastornos de personalidad son muy problemáticos incluso en una forma suave o moderada y son una causa para descartar a un solicitante. Esto debería incluir condicionamientos como una personalidad antisocial, personalidad paranoide, esquizoide y personalidad esquizotípica. Otros trastornos de personalidad en la categoría dramática, como personalidad narcisista y personalidad histriónica tienen probabilidad de representar grandes problemas.

Es posible que personas con formas muy benignas de personalidad huidiza, personalidad dependiente y personalidad obsesiva compulsiva podrían ajustarse a los rigores de algunas órdenes religiosas o incluso la vida diocesana, pero la comunidad o la jerarquía tendrían que hacer un compromiso de tratamiento de apoyo para estas personas y suplir su
s áreas de vulnerabilidad o actuaciones de riesgo. Esto a menudo no es posible.

Aunque la Iglesia debe ser prudente en su selección de personas para la vida religiosa, no estamos en ningún modo deduciendo que estas personas con enfermedades mentales o condicionamientos psicológicos no puedan ser como laicos notablemente santos seguidores de Cristo, e incluso santamente.

–¿Cuál es el papel de los psicólogos en las evaluaciones vocacionales? ¿Qué clase de perfil psicológico debería tender a ser asociado con ulteriores problemas?

–Scrofani: Los psicólogos son cruciales en el proceso de escrutinio. Ponen sobre la mesa habilidades entrevistadoras y de examen psicológico cuando se evalúa a los solicitantes.

Generalmente hablando, cualquier condicionamiento psicológico grande es un problema en la selección. Los rasgos que coinciden con categorías de trastornos de personalidad requieren más deliberación y juicio.

Para más información en la red: «Psychology Serving Pastoral Ministry»: http://ipsciences.edu

Por Karna Swanson, traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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